domingo, 21 de diciembre de 2008

Amistad, divino tesoro


¿Qué escena terrible contemplaron los ojos de Publio Ovidio Nasón (Sulmona, 43 a. C. - Tomis, actual Constanza, 17 d. C.) para ser enviado junto a la desembocadura del Danubio en el Ponto Euxino, hoy conocido como mar Negro? ¿Contempló desnuda a la emperatriz Livia, que entonces tenía cerca de setenta años de edad, en una escena de adulterio? ¿Vio al emperador Augusto en una de sus frecuentes escenas de alcoba con otra mujer que no era la suya? ¿O fue alejado a instancias de Livia por no haber sido partidario de Tiberio y se utilizó como pretexto su libro licencioso sobre las artes amatorias? Éste es un misterio que no podrá aclararse nunca, pero deja volar la imaginación sobre qué sucedió, qué clase de error cometieron los ojos de Ovidio al ver lo que nunca la familia imperial hubiera querido que viesen. ¿Acaso una escena de alcoba de la hija de Augusto, la promiscua Julia? ¿O fue el mismo Ovidio un pretendiente suyo?
Lo cierto es que el poeta tuvo que marchar relegado a la tierra de los bárbaros getas, sármatas, colcos, meteros, cízicos y tracios. Y desde allí envió a Roma unas elegías tristes que escribió durante su periplo marino en medio de tempestades, misivas que luego prosiguió escribiendo en tierra, a pesar de estar acechado por la espada de guerreros salvajes. Como la mayoría de sus íntimos le dio la espalda, se dio cuenta de que "eran más amigos de su fortuna que de su persona". A continuación, reproduzco una cita suya no por conocida menos valiosa: "Mientras te veas favorecido por la fortuna, contarás con numerosos amigos; pero si los tiempos se tornan sombríos, te quedarás solo. Ves cómo las palomas vuelan a los blancos palomares, mientras que una torre ennegrecida no cobija ave alguna. Las hormigas no se dirigen nunca a graneros vacíos; ningún amigo se acercará a las fortunas arruinadas. Y así como la sombra nos acompaña cuando caminamos bajo los rayos del sol, y desaparece cuando éste se esconde eclipsado por las nubes, de la misma manera el inconstante vulgo sigue los destellos de la fortuna, y tan pronto como éstos se esconden al interponerse alguna nube, se aleja y huye."

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