viernes, 27 de marzo de 2009

Peter Pan jugó en el Barça


Tenía el semblante del niño que se negó a crecer para no dejar de marcar goles de ensueño como el hat-trick que le metió al Real Madrid la noche del 31 de enero de 1987. Fue la bestia negra de los blancos siempre que se enfrentaba a ellos y la jugada del Lobo Carrasco haciendo un túnel, driblando a otro defensa y disparando a puerta para que el rechace del portero merengue lo recogiera Lineker y fusilara, enviando el balón al fondo más profundo de la portería, es una imagen imborrable para los amantes del fútbol que glorificamos al Barcelona y odiamos la injusticia que encarnaba la mafia blanca de Santiago Bernabéu, Raimundo Saporta, José Plaza, Pablo Porta y últimamente el amañador de elecciones Ramón Calderón o el de las conexiones con los negocios sin escrúpulos en China y la especulación del ladrillo en España, Florentino Pérez.
Gary Winston Lineker merecería ser nombrado Lord del Almirantazgo por lo que logró en los procelosos mares de césped de los estadios con el Barça y con la selección inglesa. Fue el máximo goleador en el Mundial de México de 1986, Balón de Plata en Europa ese mismo año y Balón de Bronce un lustro después, en 1991, porque Lineker se resistía a envejecer. Ganó la Copa del Rey de 1988 y la Recopa de Europa en 1989 con el Barcelona, así como la Copa de Inglaterra enrolado en el Totenham Hotspur en 1991 y la Liga y la Copa inglesas con el Everton en 1985. Nunca recibió ni una sola tarjeta amarilla o roja en los casi 20 años que permaneció en el fútbol activo, por lo que fue galardonado por la FIFA con el premio "Fair Play" al mejor deportista como el caballero inglés que representa y es.
En las dos primeras temporadas de su debut marcó 50 goles en el Leicester, fichó luego por el Everton y realizó 39 tantos que le dieron los dos títulos más importantes de Inglaterra a los "Blues". Con estas credenciales aterrizó en el aeropuerto del Prat en el verano de 1986 para escribir algunas de las páginas más brillantes y firmar muchas tardes repletas de goles en el FC Barcelona. Nada más llegar hizo 20 goles como soles en su primera liga, mientras que en la segunda anotó 16. Parecía que Gary Peter Pan Lineker no iba a hacerse viejo nunca. Todos querían ficharle. Al final, los años no perdonan a nadie y las nuevas figuras pujan por relevarte. Regresó a las islas británicas para conquistar otro título liguero con el Tottenham Hotspur y finalizar su carrera colgando las botas en el Nagoya Grampus Eight, enseñándoles a los japoneses cómo se toca el balón y se introduce en la red.
Gary Lineker no marcaba goles sino que los machacaba. Era un ejemplo de ariete puro, goleador nato, un hombre con instinto para colocar la pelota entre los tres palos, para aparecer donde no se lo esperaban los defensas contrarios y lo deseaban los seguidores blaugranas. Cada gol suyo resonaba como un gong en la conciencia azul y roja de mi alma. Lo llamaban cariñosamente "Garygol" las miles de gargantas que llenaban el Nou Camp para verle y aplaudirle a rabiar. Siempre sonreía y daba la impresión de no costarle esfuerzo lo que hacía. Cuando remataba parecía que se deslizara y no hiciera esfuerzo alguno en desplazarse. Sus piernas eran como un compás que hacía trazar al balón la trayectoria exacta para colarlo en las porterías de los adversarios y sobre todo en la del archienemigo maldito, el del club que nos robó a Di Stefano y 19 ligas, amén de muchos partidos en los que participó aquel árbitro de recuerdo infame que se llamó Guruceta, el que nos pitó un penalti en contra por una falta que ocurrió más de un metro fuera del área del Barcelona en el Camp Nou.
Lineker vengó muchas afrentas pasadas, vino para rendir cuentas como un Robin Hood moderno contra los que presumen de ser el equipo más rico y poderoso del mundo, llegó para ajusticiar a los ladrones y devolver el esplendor al fútbol limpio con los goles inmaculados que marcó. Lineker dejó mudos y paralizados a los futbolistas y seguidores merengues que no se creían el ciclón que se les venía encima. Y si no hubiera decidido seguir cumpliendo años todavía estaría masacrando el área madridista a base de disparos con las dos piernas y remates de cabeza de todas las clases, posturas y formas. Cada vez que alguien grita gol en alguna parte del mundo está rindiéndole homenaje a quien no paraba de hacerlos para el club más hermoso del mundo: el Fútbol Club Barcelona.

Gary Winston Lineker
(Leicester, 30 de noviembre de 1960)
Martillo contra los blancos
y vengador justiciero del Barça

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