viernes, 24 de abril de 2009

En sus ojos había una infinita tristeza



Los orangutanes son primates arborícolas, y como tales, parientes nuestros. En el idioma malayo "orang hutan" significa "hombre del bosque". Viven en las islas de Sumatra y Borneo. Pueden alcanzar los dos metros de altura y los tres de envergadura con los brazos extendidos. En la cautividad de un zoológico algún ejemplar ha alcanzado a vivir los 57 años, pero en libertad la edad promedio es de 40. Tienen una gran aptitud para imitar al hombre, son capaces de utilizar herramientas y suelen acercarse a las poblaciones humanas para intentar rescatar a las crías huérfanas. Como son territoriales, se enfrentan entre sí por cuestiones de propiedad privada, como nosotros. También pugnan por las hembras y los machos jóvenes utilizan su mayor fuerza para someterlas.


Quedan entre 20 y 25 mil ejemplares de dos subespecies distintas. Su número disminuye en 3.500 individuos cada año. A este ritmo, podrían desaparecer en una década, porque los pocos ejemplares que sobreviviesen entrarían en una fase endogámica que los convertiría en inviables genéticamente. Su mayor enemigo es la codicia de las personas. Campesinos y empresarios talan los bosques donde viven para reconvertirlos en plantaciones de palmeras cuyo aceite vegetal nutre la industria de la bollería en todo el mundo. Hace un siglo había 170 millones de hectáreas de masa boscosa tropical, lugar idóneo en el que habitan. Hoy quedan 97 millones porque desaparecen al ritmo de 2 millones de hectáreas anuales por culpa de la tala descontrolada y los incendios provocados. El oro negro es el aceite. Se desforesta la tierra para producirlo. Es un gran negocio para los hombres y un exterminio contra los orangutanes. Solamente Alemania, por citar un ejemplo, importó de Indonesia 887.300 toneladas de aceite de palma en el año 2005.


La situación a la que se ha llegado es verdaderamente asquerosa. Se les persigue para matarlos y utilizar su piel en objetos decorativos y muebles. Para capturar y luego vender a las crías como mascotas, los cazadores matan a palos a las madres en su presencia. Una vez adquiridos como animales de compañía, algunos orangutanes sufren la amputación de las extremidades inferiores para que no puedan escaparse. En algunos restaurantes se muestran cabezas decapitadas y brazos despellejados como reclamo para los clientes. Y el colmo de males es que se ha llegado a rasurar por completo el cuerpo de hembras adultas para prostituirlas emborrachándolas con cerveza, encadenándolas y ofreciéndolas a la vista de los hombres en burdeles infectos. Jean-Jacques Rousseau afirmaba que el hombre era bueno por naturaleza y la sociedad lo corrompía. Yo dudo de la bondad del propio Rousseau por el daño que ha hecho con este pensamiento suyo que a juicio de Voltaire es una falsa creencia. Y si no, por lo menos estoy seguro de que no vio lo que hacen los hombres con los orangutanes, atunes, delfines, ballenas, esturiones, búfalos, cerdos, gallinas, armiños, nutrias y focas, por no seguir con la retahíla de un largo etcétera.



MI VIDA

"Mi vida,
lucerito sin vela,
mi sangre de la herida
no me hagas sufrir más.


Mi vida,
bala perdida
por la gran vía,
charquito de arrabal.
No quiero que te vayas.
No quiero que te alejes
cada día más y más.


Mi vida, lucerito sin vela.
(Aquí no pegamos a los ojos)


Mi vida,
charquito de agua turbia,
burbuja de jabón.
Mi último refugio.
Mi última ilusión.
No quiero que te vayas
cada día más y más.


Mi vida,
lucerito sin vela,
mi sangre de la herida,
no me hagas sufrir más.
(Aquí no pegamos a los ojos).


Mi vida."

(Canción de Manu Chao)

José Manuel Thomas Arthur Chao
(París, 21 de junio de 1961)

1 comentario:

  1. es increible como estamos acabando con estos paraisos naturales,borneo,amazonas,y tambien con los caladeros pesqueros como el que tenemos aqui el caladero canario-sahariano donde se pesca uno de los mejores cefalopodos del mundo el calamar.

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