lunes, 15 de marzo de 2010

El poeta que siempre andaba escarbando libros


Joseph Brodsky
(San Petersburgo, 1940 - Nueva York, 1996)

CARTA DE MARCIAL A UN AMIGO ROMANO

Sopla el viento hoy, las olas se encaraman.
Se acerca el otoño y trocará toda la vista.
Póstumo, este mudar de tonos te llegará más al alma
que ver cómo se cambia de vestidos tu amiga.
De una doncella gozas hasta un cierto punto,
que no supera el codo o la rodilla.
Cuánta más dicha en la belleza ajena al cuerpo:
a salvo del abrazo y la perfidia.


Brodsky también fue un joven soñador y apuesto

Te mando, Póstumo, estos escritos.
¿Y en la capital?
¿La cama te hacen blanda, o te resulta dura?
¿Qué es del César? ¿Sigue aún con sus intrigas?
Con ellas sigue, imagino, y con su gula.
Me encuentro en mi jardín, arde una tea.
Sin una amiga, sin siervos, sin afectos.
Y en lugar de los pequeños y grandes de la tierra,
suena en concierto un zumbar de insectos.


Ruinas del templo de Venus y Roma en el Foro


Aquí yace un mercader de Asia. El mercader valía;
era hábil, aunque fuera discreto.
Murió deprisa: de unas fiebres.
A hacer negocio había venido
y no, ciertamente, a acabar en esto.
Junto a él yace un legionario bajo un cuarzo grueso.
Dio gloria al Imperio en la batalla.
¡Pudo caer tantas veces! Pero murió de viejo.


Mausoleo romano de Lucio Emilio Lupo en Fabara (Aragón)


Tampoco aquí, mi Póstumo, hay norma que valga.
Tal vez una gallina, en verdad, no llegue a ave,
mas hasta con su seso te lloverán los palos.
Si por fortuna en tierras del Imperio naces,
mejor que vivas junto al mar, en un rincón lejano.
Lejos del César, de fieros nubarrones,
de la adulación, el miedo, la premura.
¿Que todos sus gobernadores, dices, son ladrones?
Mejor el que roba que quien tortura.


Brodsky llegó a trabajar como ayudante de librero


Acepto esperar contigo que pase el aguacero,
hetaira, pero sin regateos de mercado:
cobrar de quien te está cubriendo el cuerpo
es como reclamar las tejas a un tejado.
¿Tengo goteras, dices? Mas ¿y la prueba del delito?
No he dejado charco alguno en mi vida.
Verás, el día en que encuentres un marido,
cómo te dejará las sábanas perdidas.


Por culpa del comunismo tuvo que exiliarse en Estados Unidos

Ya ves, ya hemos recorrido media vida.
Como me dijo un viejo esclavo en la taberna:
«Mirando alrededor tan sólo vemos ruinas».
Dura opinión, lo reconozco, pero cierta.
Estuve en las montañas.

Un ramo aderezo con las flores.
Un jarro he de hallar y llenarlo de agua fresca.


La obra de Joseph Alexándrovich Brodsky mereció el premio Nobel en 1987

¿Por Libia cómo te va, mi Póstumo,
o donde te encuentres?
¿Será posible que aún siga la guerra?
¿Recuerdas, Póstumo, la hermana
que el gobernador tenía?
Aquella delgadita, pero de gruesas ancas.
Llegaste a dormir con ella. Ahora es sacerdotisa.
Sacerdotisa, Póstumo, y con los dioses habla.
Ven, tomaremos vino, de pan acompañado.
O con ciruelas. Me contarás las nuevas.
Te pondré el lecho en el jardín,
bajo el cielo despejado
y te diré cómo se llaman las estrellas.


"Afrodita saliendo de las aguas"
Fresco pompeyano del siglo IV a. C.
Copia mural de un cuadro en tabla del pintor griego Campaspe


Mi Póstumo, pronto tu amigo,

amante de las sumas,
su vieja deuda pagará a tanta resta.
Encontrarás dinero bajo el cojín de plumas;
para el entierro al menos basta, me parece.
Ve en tu yegua negra donde las hetairas viven.
Allá, donde la villa alcanza la muralla.
Y págales lo mismo que por su arte piden,
para que por suma igual lloren mi marcha.


Pintura mural de carácter erótico hallada en Pompeya


El verde del laurel que el temblor alcanza.
De par en par la puerta y polvo en la rejilla.
La silla, abandonada, vacía la estancia.
Y una tela que bebe el sol del mediodía.
El Ponto ronca sordo tras los pinos negros.

Combate con el viento un buque junto al cabo.
En un reseco banco se sienta Plinio el Viejo.
Murmura quedo un mirlo en un ciprés crespado.

(Versión en español de Ricardo San Vicente)


Tumba de Joseph Brodsky en Isola di San Michele, el cementerio de Venecia

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