miércoles, 19 de mayo de 2010

Un viejo poema que tal vez parece escrito ahora



ENTRE NICOLÁS ESTÉVANEZ Y RIPOCHE

La noche que cae
se va tergiversando espeluznante.
Los periódicos que están sin vender
se mustian en los estancos.
Algunas furcias pasan
y se van situando los traficantes.
Un extraviado por los psicotrópicos lleva una tarta
invitando a todo el mundo por su feliz cumpleaños.



Surge una pelea de una calle oscura por un asunto
turbulento de engaños: les dieron sacarina por coca.
El timador magrebí empieza a correr tambaleándose,
pero sus clientes le siguen excitados buscando camorra.



Algunas señoritas cruzan las aceras
con estridencias en ropa y maquillaje.
Otro joven que pasa las saluda insultándolas.
Le contestan con improperios blasfemantes.



Introduzco cuatro monedas por la ranura de la máquina
vendedora de tabaco. Veo precavido lo que parece
una tripulación de marinos coreanos e inmigrantes
del África profunda y miserable. Unas mujeres árabes
voluptuosas y grises se adentran en una macrosala
de juegos: lotería por cartones.
Y una prostituta excesivamente pintarrajeada
negocia un trato con un muchacho
que le está dando tabarra con historias,
tratando de conseguir que así se acueste con él gratis.



Estos días en la prensa andan escandalizados porque
un reportero ha transcrito en un libro sus impresiones,
resaltando este tipo de fauna junto a la playa célebre
de las Canteras, la gran joya de la corona de Las Palmas.



Niegan detalles que describe en sus páginas, lo acusan
de prejuicioso y bocazas. Consideran que usa tópicos
falsos e inaceptables. A su juicio la realidad es otra,
o al menos la descrita es sólo una parte.
Siguen mis ojos observando:
hay una adolescente tratando de comprar
una dosis de droga ofreciendo su cuerpo
a un guineano. Se ve que se conocen
de anteriores transacciones en la cama.



Él la rechaza con familiaridad,
como si tal cosa, diciéndole
que ya ha tenido bastante
y ahora ha de pagarle en metálico.
Me voy, no espero a ver el desenlace.
La canalla periodística debe estar en lo cierto.
Mañana despertaré al rayar el alba.


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