domingo, 22 de agosto de 2010

Sobre la ciudad de la laguna en el mar Adriático



Venecia, un lugar para amar y después vivir



LA SERENÍSIMA REPÚBLICA

Territorio de ciento dieciocho ínsulas sedimentarias formadas
por los ríos alpinos Po y Piave. Lodosos bancos de arena o lidos
que supusieron lugares de veraneo para los ilustres patricios
romanos. En el año cuatrocientos cincuenta y dos la amenaza

 

Plaza y Basílica de San Marcos



de los hunos empujó a los nativos de la costa en una riada
de muchedumbres buscando refugio en su acuático perímetro.
Los galeones repletos de mercancías descargaban en el Rivo
Alto, el único puente que al navegable Canal Grande cruzaba

Puente de Rialto


por entonces, origen del posterior Rialto. Hija mayor de Bizancio,
discípula de Rávena y luego esclava de la Constantinopla
de Justiniano el Grande. Invadida por lombardos y victoriosa




sobre las tropas del insidioso hijo del emperador Carlomagno,
rivalizó con Pisa y Génova y desoyó al Papa de Roma.
Los Habsburgo-Lorena la poseyeron y las tropas napoleónicas


 


la dominaron bastante después de que Venecia perdiera el mando,
en lucha contra los otomanos, de todo el oriente mediterráneo.
Al final, la historia queda como una serie de crueles escarceos
que hasta la unificación de Italia servirían de preámbulo.



Venecia pudo ser vencida, pero jamás destruida

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