jueves, 30 de septiembre de 2010

A una jovencita que cuando la veo siempre sonríe



YLENIA

Va disgregando la alegría por donde anda
repartiendo felicidades con su sonrisa.
Tiene en el corazón un tarro donde guarda
la suculenta miel que le derramó encima



el osito de peluche de su almohada.
Vive feliz, porque sabe disfrutar la vida
y no alberga preocupaciones extrañas.
Dice no querer llegar a vieja algún día.



Siempre que me ve, me saluda con cortesía,
nunca tuvo conmigo un mal gesto en la cara.
Quizá vio en mí lo que en ella yo veía:



dos personas que buscan no estropear nada.
Ignoro cómo puede siempre su alegría
no fallar nunca habiendo tantas cosas malas.


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