miércoles, 8 de diciembre de 2010

Un galardón largamente esperado y merecido


Jorge Mario Pedro Vargas Llosa
(Arequipa, Perú, 1936)


MARIO VARGAS LLOSA

Cuando en el año mil novecientos cincuenta y ocho
aterrizó en París gracias a un premio literario,
jamás creyó que llegaría a donde ha llegado.
Desde el patio cuartelero del colegio de Leoncio



Prado, hasta el sueño de aquel celta que en el Congo
investiga las atrocidades en suelo africano
del rey de los belgas, una odisea de obstáculos
ha sido su escritura plena de premios y logros.



Fui educado leyendo sus ensayos contra viento
y marea. Me deslumbró con sus vívidas memorias
como un pez en el agua. Y me dejó sin aliento



al ver cómo manejaba con precisión el idioma.
Se acordó, al recibir el Nobel, del Borges eterno
y si Onetti le viera lo tomaría a broma.


Vargas Llosa se parece a su admirado Gustave Flaubert
en que ambos representan el paradigma del escritor total

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