miércoles, 5 de enero de 2011

Cuando a la poesía un creador la cincela y destila


Justo Jorge Padrón
(Las Palmas de Gran Canaria, 1943)

CONTIGO

Contigo en lo sensual de la armonía
bajo la luz cerúlea del verano.
Muerdo el racimo que abres en tu mano,
sorbo tu olor carnal de mediodía.

Beso tus labios. Callas. Eres mía.
Vivo la plenitud de un mar humano
alzando su oleaje soberano
en el cuerpo del hombre que te ansía.

Contigo en el abismo que presiento
y en el deseo que se me desboca.
Contigo por los astros y en el viento

que hace tuyo y más mío cuanto toca.
Contigo cuanto soy y cuanto siento
quemándome en tus ojos y en tu boca.



CUANDO TOQUÉ TU CUERPO

Cuando toqué tu cuerpo se hizo de día.
Eras la desnudez y la tersura,
ondulante en la sed, alma y altura
donde un mar inmortal nos sostenía.

El ansia de la luz se desvivía
por la blanca espiral de tu figura.
Eras los ebrios labios, la frescura,
un tiempo en el que todo amanecía.

Silente resurgías voluptuosa
en tu penumbra vegetal de rosa.
Yo me hundía en la lluvia de tu pelo.

Crujían las palabras en tu hoguera
y hablaba con tu voz la primavera
y, sin saberlo, éramos el cielo.



ESA PASIÓN ACIAGA Y DESMEDIDA

Ya sé que en mi memoria se han perdido
tantos días de luz, tantos reflejos
hermosos que ocultaron los espejos
donde quise grabar el lento olvido.

Los días disiparon lo escogido.
Esos cuerpos que amé quedaron lejos.
Amores muertos y recuerdos viejos
se hundieron en el mar de lo extinguido.

Sin embargo, consuela haber amado,
haber sufrido sólo ese fervor,
esa pasión aciaga y desmedida.

Y a ese atroz sentimiento enajenado
que hoy late en el sinfín del desamor
me aferraré para seguir con vida.



EL DESDICHADO

¿Qué sombra del infierno me maltrata?
¿De qué Dios vengativo es el castigo
de tener en mí mismo a mi enemigo
y ser el propio fuego que me mata?

Yo soy el daño que me apresa y ata
al poste del tormento que maldigo.
Soy mi dolor callado, y a quien sigo
en la infiel convicción que me delata.

Avivar esta hoguera que me ciega
es ansia y agonía y hondo exceso.
Sentir como placer mi solo llanto.

Buscar en mí lo que el vivir me niega
para hendir con mis manos hasta el hueso
el acerado filo del espanto.


Juan Belda
(Murcia, 1983)
Torero con el valor necesario para recibir a porta gayola

LLEGA LA TORVA NOCHE PRESENTIDA

Llega la torva noche presentida
hurgándome en el miedo. Se recrea
con un salvaje viento y olisquea
borrando de mis sueños la salida

hacia otra luz donde olvidar la herida
de mi desolación. Se enseñorea,
no ceja en su rumor ni en su pelea
hasta llegar al fondo de mi vida.

Mas cuando en el temblor de la mirada
observa mi entereza doblegada,
lucha por evitar mi rostro triste.

Insta a que no me rinda ni me pliegue
al desengaño y que jamás me entregue.
Que sólo sea un hombre que resiste.


Sebastián Castella
(Hérault, 1983)
Interpetando un pase de capa conocido como chicuelina

EL DOLOR

Es un túnel con mil ojos abiertos.
Se abre paso en tu piel con sus ardores
y alumbra con fulgores y furores
el oscuro camino de los muertos.

Fuego depredador, males despiertos
por húmedos y largos corredores
donde verdugos ciegos de rigores
pueblan la soledad de tus desiertos.

Hosco poder su tribunal vacío.
Te condena sin rostro ni clemencia,
se acerca con el daño a tus esquinas.

Negra su luz, te hiende el desvarío,
y con la sed del odio y la impaciencia
te aprisiona en sus garras asesinas.


José Tomás
(Madrid, 1975)
Realizando un pase de muleta con una rodilla en la arena

LABERINTO DE LA MUERTE

Al verme en el cristal de la ventana
observé que la muerte era mi llanto,
un vacío extendiendo un largo manto
desde un umbral sin sol y sin mañana.

Palpé mi cuerpo. La hora era temprana.
Sentí una fuerza mineral, espanto
que desencadenaba el grave canto
de una terrible y sórdida campana.

Observé aquella sensación oscura
llevándose mi vida hacia su hondura,
haciendo al que moría muy distinto.

Y nunca más podré reconocerlo
ni soñarlo ni odiarlo ni quererlo,
porque ya se perdió en su laberinto.

[Sonetos de Justo Jorge Padrón extraídos del libro titulado El fuego en el diamante, Barcelona, Artemisa ediciones, 2010, pp. 139]


"Teseo matando al Minotauro"
Antonio Canova
(Possagno, 1757 - Venecia, 1822)
Museo de Historia del Arte de Viena

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