jueves, 13 de enero de 2011

De cuando cambiamos porque nos hicieron daño



CRY, CRY

When she was a young girl, she used to play with me.
I was her best friend, we were inseparately.
We loved to ride our bikes,
playing hide and seek, sneaking all the night,
dancing in the street. I look back at the time,
now I realise she loved to play with fire.
I should have seen it in her eyes.

Deep inside you cry, cry, cry.
Don't let your hopes die, die, die.
Deep inside you cry, cry, cry.
Don't let your hopes die, die, die.



She fell in love for the first time. He was older than her.
Then he made her do things she wouldn't tell.
She left everything behind, couldn't find a place,
running through the night, loosing all her faith.
She throws away the pain turning off her lies
but still she makes it seem like everything is alright.

Deep inside you cry, cry, cry.
Don't let your hopes die, die, die.
Deep inside you cry, cry, cry.
Don't let your hopes die, die, die.

(Canción de la solista femenina Oceana incluida en el disco "Love supply" que se publicó en el año 2009)



LLANTO SIN CONSUELO

De joven solía coquetear conmigo.
Por aquel entonces tenía en mí
a su mejor amigo. Éramos inseparables.
Nos encantaba montar en bicicleta,
jugar a escondidas, practicar el billar
y ponernos a bailar en medio de la calle
mientras paseábamos.

Ahora miro con nostalgia aquella época
y me doy cuenta de que se complacía
en jugar con fuego. Debí haberme dado cuenta.
Tuve que haberlo detectado en sus ojos
pero el amor, ya se sabe, es ciego.

En lo más hondo de mi corazón no paro de llorar
y aunque no debo dejar que las esperanzas
se desvanezcan, lo cierto es que las veo deshacerse.



Poco después se enamoró por vez primera
de alguien que era mucho mayor que ella.
El muy cabrón le hizo hacer cosas adultas
para las que no estaba preparada
y de las que no se puede hablar en voz alta.

A partir de ahí todo cambió, se volvió cínica,
ya no era la misma, no podía estarse quieta.
Alocadamente se pasaba las noches de fiesta,
tras haber perdido la inocencia
y su confianza en los hombres.



Intentaba expulsar fuera su dolor contestando
a mis preguntas con mentiras por respuesta,
tratando en vano de hacerme ver que seguía
igual de bien que antes, cuando en el fondo
de su alma se marchitaba una flor muerta.

Por eso, cuando me pongo a recordarla,
mi llanto es incesante. Sé que debo ser
fuerte y no permitir que desaparezcan
mis esperanzas, pero se van diluyendo.

(Traducción de Andrés González Déniz)


Oceana Mahlmann
(Alemania, 1982)

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