lunes, 10 de enero de 2011

Para una persona de la que no me pude despedir



ANGÉLICA BATISTA ACOSTA

Qué pronto alzó silente tu vida el vuelo,
qué rápido cruzaste el Leteo y qué alto
y cuán lejos te has ido y con qué espanto
me he quedado esperándote. En el cielo



ahora formas parte de un coro de ángeles.
Era tu espacio. Me lo decía tu nombre.
Nosotros llegamos a formar un tándem noble
en la quijotesca carga de letras y lastres



con que atacábamos al molino de la barbarie.
Te gustaba viajar por la antigua Europa,
la viviste como si supieras que faltaba



poco para marcharte. Estaba en Italia
cuando partiste, y hoy, que lo supe tarde,
vengo a rendir un homenaje a tu memoria.


3 comentarios:

  1. Gracias, Andrés, Angélica era mi hermana y aún está aquí dentro. Un abrazo. Antonio Arroyo Silva.

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  2. Una despedida muy sentida de quien debió ser colega y amiga querida. Mis condolencias y un abrazo, querido amigo.

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  3. Eso es un grito desgarrador al viento. Lo siento amigo, pero tienes que aceptarlo y entender que estará siempre con ustedes.
    Un beso.

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