domingo, 5 de febrero de 2012

Szymborska is dead, the skies will never stop crying


Wisława Szymborska
(2 de julio de 1923 – 1 de febrero de 2012)
La más auténtica y mejor poeta del mundo

DESCUBRIMIENTO

Creo en el gran descubrimiento.
Creo en el hombre que hará
el descubrimiento.
Creo en el terror del hombre
que hará el descubrimiento.
Creo en la palidez de su rostro,
la náusea, el sudor frío en su labio.

Creo en la hoguera de las notas,
en arder hasta las cenizas,
en quemar hasta la última.

Creo en la dispersión de los números,
su dispersión sin remordimiento.

Creo en la rapidez del hombre,
la precisión de sus movimientos,
su libre albedrío irreprimido.




Creo en la destrucción de las tablillas,
el vertido de los líquidos,
la extinción del rayo.

Afirmo que todo funcionará
y que no será demasiado tarde,
y que las cosas se desvelarán
en ausencia de testigos.
Nadie lo averiguará, no me cabe duda,
ni esposa ni muralla, ni siquiera un pájaro,
porque bien puede cantar.

Creo en la mano detenida,
creo en la carrera arruinada,
creo en la labor perdida de muchos años.
Creo en el secreto llevado a la tumba.

Para mí estas palabras se remontan
por encima de las reglas.
No buscan apoyo en ejemplos de ninguna clase.
Mi fe es fuerte, ciega y sin ningún fundamento.




IDENTIFICACIÓN

"¡Qué bien que hayas venido!", dice.
"¿Oíste que el jueves se estrelló un avión?"
"Ajá, pues precisamente por ese asunto
vinieron a buscarme.
Parece que él estaba en la lista de pasajeros."
Y qué, igual se arrepintió.
"Me dieron una pastilla para que no me desmayara.
Todo negro, quemado, menos un brazo.
Un jirón de la camisa, el reloj, la alianza."
"Me enfurecí, porque seguro que no era de él.
Nunca me haría eso, tener ese aspecto.
Y de esas camisas están llenas las tiendas.
Y ese reloj es un reloj corriente.
Y nuestros nombres en su alianza
son nombres muy comunes."




"¡Qué bien que hayas venido!"
"Siéntate aquí a mi lado."
"Es cierto, tendría que haber vuelto el jueves,
pero quedan muchos jueves todavía este año.
Ahora mismo pongo agua para el té.
Me lavo el pelo, y luego, luego qué,
intentaré despertarme de todo esto."
Qué bien que hayas venido!"
"Porque allí hacía frío,
y él en ese saco de dormir de goma,
él, quiero decir, ese pobre infeliz."
"Ahora mismo pongo agua
para el jueves, me lavo el té,
es que claro, con lo comunes
que son nuestros nombres..."





PARÁBOLA

Ciertos pescadores sacaron
del fondo una botella.
Había en la botella un papel,
y en el papel estas palabras:
"¡Socorro! ¡Estoy aquí! El océano
me arrojó a una isla desierta.
Estoy en la orilla y espero ayuda.
¡Dense prisa. Estoy aquí!"
-No tiene fecha. Seguramente
es ya demasiado tarde.




"La botella pudo haber flotado
mucho tiempo", dijo el pescador primero.
-Y el lugar no está indicado.
"Ni siquiera se sabe en qué océano",
dijo el pescador segundo.
-Ni demasiado tarde ni demasiado lejos.
"La isla Aquí está en todos lados",
dijo el pescador tercero.
El ambiente se volvió incómodo,
cayó el silencio.
Las verdades generales
tienen ese problema.




POSIBILIDADES

Prefiero el cine.
Prefiero los gatos.
Prefiero los robles a orillas del Warta.
Prefiero Dickens a Dostoievski.
Prefiero que me guste la gente
a amar la humanidad.
Prefiero tener a mano hilo y aguja.
Prefiero no afirmar
que la razón es la culpable de todo.
Prefiero las excepciones.
Prefiero salir antes.
Prefiero hablar de otra cosa con los médicos.
Prefiero las viejas ilustraciones a rayas.
Prefiero lo ridículo de escribir poemas
a lo ridículo de no escribirlos.
Prefiero en el amor
los aniversarios no exactos
que se celebran todos los días.
Prefiero a los moralistas
que no me prometen nada.
Prefiero la bondad astuta
que la demasiado crédula.
Prefiero la tierra vestida de civil.
Prefiero los países conquistados
a los conquistadores.





Prefiero tener reservas.
Prefiero el infierno del caos
al infierno del orden.
Prefiero los cuentos de Grimm
a las primeras planas del periódico.
Prefiero las hojas sin flores
a la flor sin hojas.
Prefiero los perros con la cola sin cortar.
Prefiero los ojos claros
porque los tengo oscuros.
Prefiero los cajones.
Prefiero muchas cosas
que aquí no he mencionado
a muchas otras tampoco mencionadas.
Prefiero el cero solo
al que hace cola en una cifra.
Prefiero el tiempo insectil al estelar.
Prefiero tocar madera.
Prefiero no preguntar
cuánto me queda y cuándo.
Prefiero tomar en cuenta
incluso la posibilidad
de que el ser tiene su razón.




PUEDE SER SIN TÍTULO

Ocurre que estoy sentada bajo un árbol,
a la orilla del río,
en una mañana soleada.
Es un suceso banal
que no pasará a la historia.
No son batallas ni pactos
cuyas causas se investigan,
ni ningún tiranicidio
digno de ser recordado.

Y sin embargo, estoy sentada
junto al río, es un hecho.
Y puesto que estoy aquí,
tengo que haber venido de algún lado
y antes haber estado en muchos otros sitios,
exactamente igual que los descubridores
antes de subir a cubierta.

El instante más fugaz
también tiene su pasado,
su viernes antes del sábado,
su mayo antes de junio.
Y son tan reales sus horizontes
como los de los prismáticos de los estrategas.

El árbol es un álamo
que hace mucho echó raíces.
El río es el Raba, que fluye desde hace siglos.
No fue ayer cuando el sendero
se formó entre los arbustos.
El viento, para disipar las nubes,
antes tuvo que traerlas.



Y aunque no sucede nada en los alrededores,
el mundo no es más pobre en sus detalles,
ni está peor justificado ni menos definido
que en la época de las grandes migraciones.
No sólo a las conjuras acompaña el silencio.
Ni sólo a los monarcas un séquito de causas.
Y pueden ser redondos no sólo los aniversarios,
sino también las piedras solemnes
de la orilla.

Complejo y denso es el bordado
de las circunstancias.
Tejido de hormigas en la hierba.
Hierba cosida a la tierra.
Diseño de olas en el que se enhebra un tallo.

Por alguna causa yo estoy aquí y miro.
Sobre mi cabeza una mariposa blanca
aletea en el aire
con unas alas que son solamente suyas,
y una sombra sobrevuela mis manos,
no otra, no la de cualquiera, sino su propia sombra.

Ante una visión así,
siempre me abandona la certeza
de que lo importante
es más importante que lo insignificante.




CÁLCULO ELEGÍACO

Cuántos de los que he conocido
(si de verdad los he conocido)
hombres, mujeres
(si esta división sigue vigente),
han atravesado este umbral
(si esto es un umbral),
han cruzado este puente
(si se puede llamar puente).

Cuántos después de una vida
más corta o más larga
(si para ellos en eso sigue
habiendo alguna diferencia),
buena porque ha empezado,
mala porque ha acabado
(si no prefirieran decirlo al revés),
se han encontrado en la otra orilla
(si se han encontrado
y si la otra orilla existe).

No me es dado saber
cuál fue su destino
(ni siquiera si se trata de un solo destino,
y si es todavía destino).




Todo
(si con esta palabra no lo delimito)
ha terminado para ellos
(si no lo tienen por delante).

Cuántos han saltado del tiempo en marcha
y se pierden a lo lejos
con una nostalgia cada vez mayor.
(si merece la pena creer en perspectivas).

Cuántos
(si la pregunta tiene algún sentido,
si se puede llegar a la suma final
antes de que el que cuenta se cuente a sí mismo)
han caído en el más profundo de los sueños
(si no hay otro más profundo).

Hasta la vista.
Hasta mañana.
Hasta la próxima.
Ya no quieren
(si es que no quieren) repetirlo.
Condenados a un interminable
(si no es otro) silencio.
Ocupados sólo con aquello
(si es sólo con aquello)
a lo que los obliga la ausencia.




LA HABITACIÓN DEL SUICIDA

Seguramente crees que la habitación
estaba vacía. Pues no.
Había tres sillas bien firmes.
Una lámpara buena contra la oscuridad.
Un escritorio, en el escritorio
una cartera y periódicos.
Un buda despreocupado.
Un cristo pensativo.
Siete elefantes para la buena suerte
y en el cajón una agenda.
¿Crees que no estaban en ella
nuestras direcciones?

Seguramente crees que no había libros,
cuadros ni discos. Pues sí.
Había una reanimante trompeta
en unas manos negras.
Saskia con una flor cordial.
¡Alegría, divina chispa!
Odiseo sobre el estante durmiendo
un sueño reparador
tras las fatigas del canto quinto.
Moralistas,
apellidos estampados con sílabas doradas
sobre lomos bellamente curtidos.
Los políticos justo al lado
se mantenían erguidos.




No parecía que de esta habitación
no hubiera salida, al menos por la puerta,
o que no tuviera alguna perspectiva,
al menos desde la ventana.

Las gafas para ver a lo lejos
estaban en el alféizar.
Zumbaba una mosca, o sea que aún vivía.

Seguramente crees que cuando menos
la carta algo aclaraba.
Y si yo te dijera que no había ninguna carta.
Tantos de nosotros, amigos, y todos cupimos
en un sobre vacío apoyado en un vaso. 




ENTIERRO

"Tan de repente, quién lo hubiera dicho."
"Los nervios y el tabaco, yo se lo advertí."
"Más o menos, gracias."
"Desenvuelve estas flores."
"Su hermano también murió
del corazón, seguramente es de familia."
"Con esa barba jamás
lo hubiera reconocido a usted."
"Él tiene la culpa, siempre
andaba metido en líos."
"He de hablarle, pero no lo veo."
"Casimiro está en Varsovia,
Tadeo en el extranjero."
"Tú sí que eres lista, yo no pensé
para nada en el paraguas."
"Qué importa que fuera el mejor de ellos."
"Es un cuarto de paso. Bárbara
no estará de acuerdo."
"Es cierto, tenía razón, pero eso no es motivo."
"Barnizar la puerta, adivina por cuánto."
"Dos yemas y una cucharada de azúcar."
"No era asunto suyo, por qué se metió."
"Todos azules y sólo números pequeños."




"Cinco veces, y nunca contestó nadie."
"Vale, quizá yo haya podido,
pero tú también podías."
"Menos mal que ella tenía ese empleo."
"No lo sé, tal vez sean parientes."
"El cura, un verdadero Belmondo."
"No había estado nunca
en esta parte del cementerio."
"Soñé con él hace una semana,
fue como un presentimiento."
"Mira qué guapa la niña."
"No somos nadie."
"Denle a la viuda de mi parte..."
"Tengo que llegar a..."
"Y sin embargo en latín
sonaba más solemne."
"Se acabó. "
"Hasta la vista, señora."
"¿Qué tal una cerveza?"
"Llámame y hablamos."
"Con el tranvía cuatro o con el doce."
"Yo voy por aquí."
"Nosotros por allá."




DESPEDIDA DE UN PAISAJE

No le reprocho a la primavera
que llegue de nuevo.
No me quejo de que cumpla
como todos los años
con sus obligaciones.

Comprendo que mi tristeza
no frenará la hierba.
Si los tallos vacilan
será sólo por el viento.

No me causa dolor
que los sotos de alisos
recuperen su murmullo.

Me doy por enterada
de que, como si vivieras,
la orilla de cierto lago
es tan bella como era.

No le guardo rencor
a la vista por la vista
de una bahía deslumbrante.

Puedo incluso imaginarme
que otros, no nosotros,
estén sentados ahora mismo
sobre el abedul derribado.




Respeto su derecho
a reír, a susurrar
y a quedarse felices en silencio.

Supongo incluso
que los une el amor
y que él la abraza a ella
con brazos llenos de vida.

Algo nuevo, como un trino,
comienza a gorgotear entre los juncos.
Sinceramente les deseo
que lo escuchen.

No exijo ningún cambio
de las olas a la orilla,
ligeras o perezosas,
pero nunca obedientes.
Nada le pido
a las aguas junto al bosque,
a veces esmeralda,
a veces zafiro,
a veces negras.

Una cosa no acepto:
volver a ese lugar.
Renuncio al privilegio
de la presencia.
Te he sobrevivido lo suficiente
como para recordar desde lejos.




NADA SUCEDE DOS VECES...

Nada sucede dos veces
ni va a suceder, por eso
sin experiencia nacemos,
sin rutina moriremos.

En esta escuela del mundo
ni siendo malos alumnos
repetiremos un año,
un invierno, un verano.

No es el mismo ningún día,
no hay dos noches parecidas,
igual mirada en los ojos,
dos besos que se repitan.

Ayer mientras que tu nombre
en voz alta pronunciaban
sentí como si una rosa
cayera por la ventana.

Ahora que estamos juntos,
vuelvo la cara hacia el muro.
¿Rosa? ¿Cómo es la rosa?
¿Como una flor o una piedra?
Dime por qué, mala hora,
con miedo inútil te mezclas.
Eres y por eso pasas.
Pasas, por eso eres bella.



Medio abrazados, sonrientes,
buscaremos la cordura,
aun siendo tan diferentes
cual dos gotas de agua pura.

Las cuatro de la madrugada.
Hora de la noche al día.
Hora de un costado al otro.
Hora para treintañeros.

Hora acicalada para el canto del gallo.
Hora en que la tierra niega nuestros nombres.
Hora en que el viento sopla
desde los astros extintos.
Hora ¿"y-si-tras-de-nosotros-no-quedara-nada"?

Hora vacía.
Sorda, estéril.
Fondo de todas las horas.

Nadie se siente bien
a las cuatro de la madrugada.
Si las hormigas se sienten bien
a las cuatro de la madrugada,
habrá que felicitarlas.
Y que lleguen las cinco,
si es que tenemos que seguir viviendo.

(Poemas escritos por Wislawa Szymborska y trasladados
al idioma español por varios traductores distintos)


Wisława Szymborska 
(Kórnik, 1923 – Cracovia, 2012)

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