martes, 10 de julio de 2012

La poeta que ya no estará con nosotros si la olvidan


Julia Uceda
(Sevilla, 1925)

"The abandoned ruins of the dreams I left behind"
(De una canción popular inglesa)

PALABRAS

Son palabras ya ajenas
recogidas por otro aire
y en no sé qué otro ámbito,
pero sobre este libro que ahora ojeo,
tarde, y en la noche,
es como si vivieran. Quizá vivan aún.
¿Cómo ahora será quien las vertía
sobre papel que ya no reconozco?

Se acercan por los años
aunque se fueran aviejando
desde que gotearan de una pluma,
y su brillo, apagado y lejano,
sabe a hoja amarilla.

¿Quién eres? ¿Cómo fuiste?
¿Qué frío establecía la distancia
entre palabra y corazón?

Y, sobre todo, me pregunto,
qué tinta, qué papel nunca escrito,
quemado por la espera, como toda esperanza,
fue a parar al rincón de los desechos
con aquella pureza, con tantos ideales.




SEMANAS

Cuántos lunes y martes
en el polvo, detrás, por los caminos.
Serían diferentes entre sí,
pero todos parecían el mismo.

Busco las sillas, las ventanas, los lechos
de la fiebre o el llanto, del diente dolorido,
a esos lunes o martes, y ya todos
están fuera de sitio.

Forman montón de cosas, horas,
piedras, palabras, lápices, destinos,
pero fueron cruzando la puerta de hacia dentro
con mucho frío.

A veces los despierta una canción
antigua, una esquina, un amigo,
y me hace gracia de que todos entonces
me parezcan domingos.




RAÍCES

Si ya soy una vela estremecida
colmada por tu viento. Si has llegado
al último escalón. Si me has tomado
por la raíz más honda y más henchida.

Si yo soy ya tu colmo y tu medida
y estás dentro de mí, secreto, hallado.
Si ya sobre la frente me has soplado
para hacerme vivir, ciega y ardida,

antes de irte rompe mis raíces.
Quiero que las arranques, que las trices
al alba con tu mano firme y fuerte.

De no hincarse en tu tierra poderosa
no quiere mi raíz ninguna cosa
si no es andar y andar hacia la muerte.




CONFESIÓN EN NEGRO

Ahora puedo decir: esto era
la mayor parte de la vida. Lamento,
sin embargo, aunque no
con excesiva pena,
no haber tenido nunca un dormitorio,
aunque por otra parte,
qué podía yo hacer con tantos muebles
y con tanta madera arrebatada
a aquellas tierras en donde nació.

Fue roja mi primera cama.
Tenía una plaquita, de San José y el Niño,
en el pequeño cabezal.
Recuerdo todavía
a los mayores discutiendo
que su compra era urgente,
pues la niña no cabía en la cuna.




Fue peor
no acceder a los libros que,
mudos, me llamaban
porque venían y se iban
más lejos cada vez. Igual que mis amigos,
que mis casas, que las viejas butacas,
que los paisajes encontrados.
Quién sabe todavía
en qué casa, en qué cuarto moriré.


"Ria Munk on her deathbed"
(1912)
Gustav Klimt
(Baumgarten, 1862 - Viena, 1918)


Sin embargo, me alegro
de haber tenido, en USA, tres objetos;
la boina de hielo del dolor
de cabeza, el teléfono blanco
-en mi tierra eran negros-
de Mirna Loy, y haber averiguado
lo que desayunaban,
en altas copas cristalinas,
las heroínas y los héroes
del cine. Eran pomelos: esa fruta
cuyo amargor no puedo soportar.

¿Y del amor? Punto y aparte.
Los quise. Me quisieron:
todos fueron mis gatos.
Y hubo también tres perros.
Lo sé: no ha sido tan terrible.

(Poemas escritos por Julia Uceda)


Julia Uceda Valiente
Doctora en Filosofía y Letras
Premio Nacional de Poesía 2003
Premio de la Crítica de Poesía Castellana 2006

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