miércoles, 5 de septiembre de 2012

Asumiendo que mi pensamiento puede ser erróneo

  
 
 MEDITANDO UN POCO
 
Si la política es sucia, ¿cómo es que hay tanta gente interesada en hablar de ella? ¿Será que la sordidez es inherente al ser humano? Parece ser que sí. No sólo es infinito el número de estúpidos, también lo es el de malvados. 
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¿Qué clase de libertad de expresión es aquella en la que los periodistas escriben en medios donde no pueden salirse de la línea editorial marcada, como si fueran diputados que votan obedientemente y sin debate lo que las directrices del  partido o su líder exigen? Parece como si Internet fuera el único espacio donde pudiera opinarse sin trabas, pero esto es así debido a su atomización, lo que redunda en una multiplicidad de voces con escaso eco cada una por sí sola. A menor número de receptores, mayor grado de libertad. Precisamente, uno es más libre cuando piensa para sí mismo y nadie le oye. Si la audiencia se volviese mayoritaria, sobrevendrían las presiones y el afán de censura por parte de los poderes establecidos y los intereses afectados ante lo que se hubiera dicho. 
 
Viñeta de Andrés Rábago García ("El Roto")
 
 Cuenta Curzio Malaparte en su “Diario de un extranjero en París” que los escritores forman un gremio que se odia hasta el punto de que les encantaría, en el fondo, fusilar a todos los demás para convertirse en los únicos. Siempre habrá un lector idiota que se tome esta opinión al pie de la letra para descalificar o criminalizar a quien la sostiene, cuando lo cierto es que el escritor italiano solamente está planteando una parábola.
 
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Para manipular a las personas es preferible no utilizar ideas claras que causen rechazo frontal como si se tomaran a modo de dogmas. Hay que utilizar el bombardeo, la mescolanza y la saturación para ocultar lo importante: la naturaleza del mal o sus perversas intenciones. Así se está procediendo con todo lo relativo a esta última crisis económica en Europa. El resultado es perfecto para las élites u oligarquías financieras que están beneficiándose. Logran el hastío de la gente perjudicada y la docilización de quienes sienten miedo por no estar seguros de lo que pasa y de por qué ocurre. Encima, se desvía la atención hacia países que no son el origen de todo el embrollo: Grecia o Alemania. Habría que fijarse en la codicia de los prestamistas y quienes les hacen el juego, las agencias de calificación, pues cuando aumenta el riesgo de impago de una deuda, en lugar de atenuarla con una reformulación de los plazos, lo que hacen es proceder al aumento abusivo de los intereses, que a su vez hará más difícil la devolución. El bucle perfecto de una avaricia despiadada.
 
 
 
 Hay algo del Shylock shakespeareano solicitando una libra de carne en todo este mercadeo veneciano que aprieta las tuercas a España cada vez que deciden aumentar nuestra prima de riesgo. ¿Pero no eran los activos tóxicos de carácter inmobiliario, que se vendían urbi et orbi unos bancos a otros, los que originaron esta crisis cuyo big-bang explotó en Estados Unidos? ¿Por qué tanto culpar a Ángela Merkel, la presidenta alemana? Claro, para que no nos fijemos en quienes están sacando tajada de tanta usura. Y además, ya nos tienen previamente lavado el cerebro con lo malignos que fueron los teutones en la II Guerra Mundial. Hay que ver lo buenas que son las madres ursulinas de las recomendaciones del Fondo Monetario Internacional que buscan recortar el Estado del Bienestar para que se sostenga el bienestar del estado de las cuentas bancarias en los paraísos fiscales donde están los yates amarrados de los especuladores. ¡Con qué rigor y formalidad se disfrazan en el mundo de los valores bursátiles los ejecutivos que en el fondo son alcahuetes de tiburones carroñeros en las islas Caimán!
 
Viñeta de Esteban publicada en el diario "La Razón"

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