domingo, 21 de octubre de 2012

El poeta que veía el amor como un destello dorado

 
Vicente Núñez Casado
(Aguilar de la Frontera, Córdoba, 1926 - 2002)
 
LA FUENTE Y LA MUERTE
 
Venía yo una noche,
venía yo
de la fuente que daba
por agua, amor.
 
Me encontré una señora
de raso atroz,
y en mis labios el agua
de amor robó.
 
Al morir de aquel beso,
morí de amor.
¡Oh, muerte de mi vida,
la fuente y yo!
 
 
 
 ENVÍO
 
Para que tú estés conmigo,
contigo me voy sin mí.
Conmigo me voy sin ti
para que yo esté contigo.

TESELA PARA UN MOSAICO

Vamos al río, vamos
a los verdes hayedos
bajo el cielo de Ipagro.
Vamos a las caricias,
a la miel y a los besos.
Vamos a derramarnos en la tarde que expira.
 
 
 
 RESURRECCIÓN
 
Rotas las sepulcrales ligaduras; andrajos
por siempre ya las áureas, las inmundas mortajas;
revestido de plena desnudez; resurrecto,
conquistaré ese cuerpo que ni te di ni tuve.
 
INMORTALIDAD
 
Te amé tanto que, un día, abandonó mi alma
la cárcel de su cuerpo. Errátil, y no hallándote,
regresó a la morada que yo daba por mía.
Mas no estaba mi cuerpo donde allí lo dejara,
sino el tuyo, vastísimo, como un templo de oro.
Y no le diste asilo. Y ya no tendré muerte.
 
 
 
 YO TE AMÉ EN EL SILENCIO
 
Yo te amé en el silencio de la ignota atalaya
que calla su tesoro de oro inaccesible.
Y ahora que te canto -¡maldito sea el llanto
del amor que se canta!-, qué soledad sonora,
qué insensata y agónica trompetería, qué estéril,
qué grave fundamento, qué infierno irreparable.
 
AMARTE
 
Amarte no fue un ramo de rosas en la tarde.
¿Dejarte cualquier día para siempre y no verte?
Todavía me queda otro infierno más grande.
Esperar a que vuelvas más allá de la muerte.
 
 
 
 DE LA VIDA
 
Te amaba con locura. De la vida, ¿qué tuve?
Sólo una inmensa pira que ardía inextinguible.
Pero ni la traspuse ni me abrasé con ella.
¿Más allá de nosotros? Fama de la ceniza.
 
A LO DIVINO
 
Dejar de serlo tras de haberlo sido.
Dejar de amar después de haber amado.
Dejarlo todo y no haber dejado
nada que no estuviera ya perdido.
 
Haber tenido el corazón rendido
como quien se sabía derrotado.
Haberlo puesto todo en el costado
de una llaga sin daga y sin sentido.
 
Haberle dicho un día y otro día
que era como la flor de la alfaguara.
Haber caído en tan adversa suerte,
 
yo que lo quise tanto y se reía.
Tener la gloria entre las manos para
abandonarla en brazos de la muerte.
 
 
 
 LAMENTO
 
Todo está mustio y frío en esta tarde lánguida.
Vanas rosas de otoño vagan lejos. Diríase
que de un olvido al beso resucitan murientes.
Todo de ti está pálido, todo expira más triste.
Que era eterno el sendero creíamos del bosque
tan oscuro y tan hondo que intensamente amábamos.
Ya no hay tarde ni hay rosas, ni bosque.
Todo es sombra.
Todo muere en nosotros. Todo se acaba y pesa.
Altas torres de niebla que adivinamos, cúpulas
falsamente ofreciéndonos raros reinos ligeros.
Todo fue un sueño iluso. Todo fue una hermosura.
Todo en nosotros muere. Todo se apaga y pasa.
 
[Poemas de Núñez, Vicente: Mío Amor, Córdoba, Renacimiento,
2003, (pról. de Vicente Tortajada y epíl. de Juan Lamillar), pp. 233]
 
 


No hay comentarios:

Publicar un comentario