miércoles, 27 de febrero de 2013

Cuando lo que parece avance es más bien atraso

 
Pintura rupestre africana
 
LA DIVISIÓN DEL TRABAJO

La tribu de los narigones habitaba hace 11.000 años en unas cuevas encaramadas sobre una ladera, lo que les confería una sensación de mayor seguridad frente a los ataques de carnívoros y enemigos, aunque también les originaba el problema de implicar dificultades de acceso a sus ancianos, enfermos y malheridos.
 
 
Cenobio de Valerón
Santa María de Guía
(Gran Canaria)
 
Estos primigenios seres humanos eran unos cromagnoides que para sobrevivir se habían asignado las tareas en función de sus cualidades. Los hombres se habían especializado en la caza y en la lucha por defender el territorio. Las mujeres se habían concentrado en realizar labores de reparación y lavado de ropa, preparación de alimentos y cuidado de niños, especialmente durante los largos periodos de gestación. De vez en cuando salían a recolectar frutos, siempre acompañadas de guerreros por si sufrían una emboscada, pues a los hombres prehistóricos les urgía raptar mujeres de tribus vecinas para expandir su prole y asegurar el futuro de su estirpe.


Cazadores trogloditas preparando fuego
 
A ellas también les encantaba juntar ristras de abalorios con las que adornarse. Gran parte de su tiempo lo invertían en la elaboración de aretes y pigmentos para aumentar su poder de atracción y establecer una posición social dentro del grupo. Ellos se valían de estos ornamentos con el fin de intimidar y señalar su poder. Hoy podríamos verlo como coquetería superflua o frívola, pero en realidad implicaba la pérdida, el mantenimiento o la adquisición de una jerarquía que resultaba vital para el desenvolvimiento diario y sus expectativas de prosperidad.
 
 
Bisutería paleolítica

Otro clan próximo, el de los occipitones, estaba formado por una mezcla variopinta de individuos errantes que habían sido agregados. Sus jefes principales, no obstante, eran de ascendencia neanderthal. Compartían las labores domésticas, recolectoras, bélicas y cinegéticas, actuando como un “todos para todo”. No tenían capacidad de discernimiento para comprender la importancia de la especialización como sinónima de un mayor rendimiento. Si había que cazar, salían los que en ese momento se encontraban disponibles, con ganas y en buen estado. Si tenían que defenderse de un ataque, actuaban todos arrojando piedras y enarbolando ramas de árboles. Era como una forma de democracia prehistórica. La palabra “solidaridad” habría encontrado aquí su verdadero sentido. Generalmente salían airosos de sus empresas porque les iba la vida en maniobrar juntos.
 
 
Cueva de las manos
Cañadón del río Pinturas
(Argentina)
 
Por desgracia, no hay bien ni mal que mucho tiempo duren. Un anochecer se vieron sorprendidos por el ataque de los narigones que utilizaron solamente los hombres más fuertes y curtidos en mil batallas y cacerías. Mientras un contingente de veteranos lisiados permanecieron cubriéndoles las espaldas para proteger a las mujeres y niños en las cavernas donde se asentaban, la incursión nocturna de los narigudos dejó un rastro de alaridos y sangre que aniquiló por completo a los occipitones.
 
 
Escena cavernaria de guerra
Desierto de Tadrart Acacus
(Libia)
 
Desde entonces, la técnica militar no ha hecho más que irse sofisticando, y en adelante se impusieron quienes la llevaron al límite. Los pueblos que se reblandecieron considerando un progreso el que sus miembros compartieran tareas hogareñas no tuvieron tiempo de entender ni meditar que su modo de vivir era anacrónico y decadente porque fueron arrasados uno por uno.
 
Hombres de Cromagnon
(Homo sapiens)

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