miércoles, 20 de noviembre de 2013

Un poeta existencialista en la corte de Vlad Dracul

 
Liviu Ioan Stoiciu
(Dumbrava Rosie, Rumanía, 1950)
 
A NADIE LE IMPORTA
 
Mi hálito demoro por aquí,
no sé de dónde vine,
ni para qué: soy, tal vez,
sólo un testigo de estos tiempos.
Estoy atento a lo que me ocurre,
puedo confesar mi ser:
pero no veo en profundidad
y no creo que valga la pena
el derroche hecho conmigo,
pues no retengo nada especial,
tengo una memoria
en la que no se puede confiar.
El experimento de mi presencia
desde el año 1950 hasta hoy,
en el suelo de Rumanía, fracasó,
no le veo sentido a continuar.
 
 
Dumbrava Rosie
Paisaje natal del poeta Liviu Ioan Stoiciu en el norte de Rumanía
 
Llevo un buen rato en ángulo muerto,
donde no hallo respuesta ni siquiera
a preguntas simples.
En vano intento distraer mi atención,
huir de casa o esconderme en mí mismo:
por doquier, segundo a segundo,
me persigue el subconsciente,
él tiene vínculo directo
con la fuente de energía universal.
Ni yo encuentro ya mi propio rastro,
lo cerré todo de un portazo
detrás de mí, inmerso en vete a saber
qué fiebre y euforia.
Dejé por escrito que se me debía
buscar en otra parte, ponerme a prueba,
en el caso de que olvidara quién soy...
¿Y? A nadie le importa.
 
 
Arco de triunfo erigido en 1878 en Bucarest para celebrar la independencia de Rumanía del imperio otomano al participar y triunfar junto a Rusia en la guerra de 1877-1878 contra Turquía
 
ES UNA TORTURA
 
¿Quiénes se acuerdan
de por qué estoy aquí?
Mamá y papá murieron,
otros no lo saben, si se lo preguntara,
aun siendo mis parientes,
nunca habrían oído hablar de esto.
¿Tendría tal vez que pedir perdón
a diario por entorpecer?
Disculparme por molestar
con mi presencia y atraer antipatías,
poner a todos de los nervios
ataviado con el día y la noche.
¿Tengo un ritmo de vibraciones erróneo?
Mi aislamiento alternaba
entre crecer hasta alcanzar
el cerro de la Catedral y contraerse.
Se ensanchó horriblemente,
uno de estos días
abarcará entera Bucarest,
luego todo el país... hasta aminorársele
de nuevo el tamaño y pueda abarcarse
en un puño, en un cementerio, en una cuneta.
 
 
 
Ateneo de Bucarest
Edificio de estilo neoclásico académico promovido por la Escuela de Bellas Artes de París que fue construido en 1888 por los arquitectos Constantin Baicoianu y Albert Galleron
 
Lo único que me sigue molestando
es la mala fe en general
y el hecho de que yo no pueda
consolar ya a los apenados.
Puesto que no me puedo
consolar ni a mí mismo...
Me cuesta continuar así,
¿tiene algún sentido?
Es un tormento inútil.
Parece que he dejado de tener
utilidad hasta para mí mismo.
Y a pesar de eso me debato
por no abandonar la superficie,
acumulado como estoy, yo en mí mismo,
en capas varias, sucesivas, sedimentado.
Incluso hace un tiempo que yo vivo, ingenuo,
con la impresión de que soy
parte de un inmenso, ininterrumpido
circuito electromagnético...
  
 
 Palacio de Justicia de Bucarest
Construcción de estilo renacentista francés edificada entre 1890 y 1895, la comenzó el arquitecto Albert Ballu y la culminó Ion Mincu
  
MENSAJES SUTILES
 
Se me cruzan por delante dos ardillas,
una y luego otra, se paran,
me miran largo rato,
no llevo nada para darles de comer,
paso tan pocas veces
por el parque Herastrau, es imposible
que me acuerde de ellas y traiga nueces,
me siento privilegiado
porque me hacen caso ahora,
me devuelven el buen humor
por un instante, me liberan,
yo siempre estoy apesadumbrado,
hecho un ovillo dentro,
no sé por qué, así me hicieron...
Estoy a 4 de febrero de 2009
y el tiempo es primaveral, un día inusual
de invierno para el autoanálisis
aunque no llego a ninguna conclusión.
En todo caso, es inútil proponerme,
más aún, un cambio radical:
¿De qué me serviría?
¿Cuánto me queda por vivir?
No creo que vaya a echar de menos
este mundo, de todos modos.
 
 
Parque Herastrau junto a su lago homónimo en Bucarest
 
La dura soledad
me derrotó incesantemente,
delatando mis matices,
no aprendí lección ninguna...
No tengo interés alguno hacia mí,
me aburro a mí mismo,
ya no consigo sorprenderme con nada,
interviene un desgaste natural,
al que hay que poner fin.
Me miro a mí mismo como si fuera otro,
y sin embargo: ¿qué más quiero?
Busco durante días,
descontento y desconsolado,
mi cabeza, mi pulmón derecho,
con problemas, o la rodilla operada
hace dos años, y sólo provocándome dolor
los reencuentro...
Constato cada día que me quedo
muy rezagado frente a mí,
o más exactamente
frente a lo que es indefinido en mí,
un alma ajena, femenina,
que está probablemente llena de amor;
acostumbrada tal vez, en el tiempo,
a tiernos hábitos primordiales,
inexplicables para mí.
 
 
Fuente adornada con flores en el parque Herastrau de Bucarest
 
Últimamente escucho
un gruñido de tigre por el oído izquierdo
que me paraliza. ¿Adónde habré llegado
a día de hoy en realidad?
¿A qué jungla del corazón?
¿Y no tendría que correr para alcanzarme?
Recibo toda clase de mensajes sutiles,
y rara vez sé distinguir aquellos
que me llegan del futuro
de los que vienen del pasado,
y aun menos puedo descifrar su significado...
Todo se rememora en mi mente,
en esa cinta transportadora,
y me da vértigo: se me cruzan dos ardillas,
una tras otra, se paran,
me miran largo rato...
 
 
 
 Entrada al zoológico de la capital de Rumanía
  
POR QUÉ
 
Por qué nací en Rumanía
y no en una familia de tigres del zoo,
por qué aquí, adonde he llegado,
nada tiene sentido
y por qué la luz de ahora
se engendró de la oscuridad
de lo que fui durante 58 años,
por qué giras la cabeza, si estoy delante...
Te contesto: "estoy aquí y ahora
porque tenía que estar aquí y ahora".
 
(Poemas tomados de la antología plural seleccionada y traducida por Catalina Iliescu Gheorghiu: Miniaturas de tiempos venideros, Madrid, Vaso Roto ediciones, 2013, 1ª edición, 616 pp.)
 
Portada del libro prologado por Petru Poanta

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