sábado, 11 de enero de 2014

El poeta del suspense emocional irrespirable


José Carlos Rosales
(Granada, 1952)

CASA ESCONDIDA

Una casa sin dueño, perdida entre los álamos,
ha dejado que el agua de la lluvia incansable
habite sus estancias, derribe los aleros.

Un camino rodea la morada sin dueño:
desconchones y grietas, la polilla callada
que estará en algún sitio, y el estrago del tiempo
ocupándolo todo en la casa escondida.

Nadie busca la historia de tanta ruina inútil:
todos pasan de largo y alguien hace una foto,
sólo el agua se queda sin hacerse preguntas.




LA TRISTEZA

La tristeza era dulce cuando era un pasatiempo,
una forma de estar sin estar en el mundo,
una máscara fácil, un engaño.

Entonces la tristeza lograba que las cosas
más turbias o más tristes estuvieran ausentes.
Era un modo de ver, sin mirar, el dolor,
o la muerte, o el miedo.

La tristeza era dulce porque era gratuita,
una excusa inocente para quedarse en casa,
un escondite inútil y tranquilo.

La tristeza es ahora un testigo insultante,
compañera atrevida que llega sin aviso,
pariente inoportuno. La tristeza es ahora
tan amarga que escuece.

Surge porque a veces la vida no se porta
tan bien como debiera. Viene con causa firme
y procura, tramposa, quedarse para siempre.




MIRANDO LAS PIRÁMIDES
DE TEOTIHUACÁN

Estas piedras perdieron el estuco
y se quedaron solas
bajo un cielo sin límites:
pasaron los ejércitos, cambiaron
el nombre de las cosas y otros dioses
trajeron otra herrumbre. Pasó el tiempo,
creció el musgo que pisas o que piso,
todo volvió a ser verde.

Paseamos ahora
entre piedras vacías. No sabemos
por qué siguen unidas, sin estuco,
estas piedras que ofrecen,
al que quiera mirarlas, magia seca,
un misterio sin fruto, la clausura
final, ya sin remedio. Tú las miras,
yo miro tanto empeño malgastado,
tanta piedra tozuda
tanto tiempo esforzándose.

Y pienso si nosotros no seremos
con el tiempo también una pirámide,
si también la maleza, si el silencio,
nos cubrirán despacio,
si también sin estuco seguiremos
unidos sin misterio, fruto fértil,
(magia sin nombre donde el tiempo fluya.


Pirámides de Teotihuacán
("El lugar donde fueron hechos los dioses")
(México, construidas alrededor del año 200 d. C.)

TUS SANDALIAS
ESTÁN EN UNA CAJA

He visto las sandalias que usabas en el Cabo
de Gata aquellos días de agosto o de septiembre:
estaban en su caja y, olvidadas, tenían,
después de tanto tiempo, indicios de un verano
netamente feliz: granos de arena alegre,
huellas de sol azul.

Esta mañana he visto tus sandalias y estaban
esperando que fueras para hacerlas vivir,
pero llueve con furia y al verano le quedan
largos meses de nubes y borrascas. Estaban
tus sandalias tan solas que el otoño se ha vuelto
aduana o presidio, zona de paso, jaula.

Perdidas en el fondo de un cajón de un armario
tus sandalias esperan lo mismo que yo espero:
andar sobre la arena, sentir la piel del aire,
que tus pasos nos lleven lejos de aquí mañana.

[Poemas escritos por José Carlos Rosales publicados en Un paisaje (Antología poética 1984 - 2013), Sevilla, Renacimiento, 2013, 1ª edición, (selección y prólogo de Erika Martínez Cabrera), pp. 163]



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