lunes, 3 de marzo de 2014

Un gran poeta de relumbrante erudición compleja


José María Álvarez
(Cartagena, 1942)
Novelista, poeta, ensayista y conferenciante

COMO ACONSEJA SCHOPENHAUER: "PRECAUCIÓN ANTE LA INFELICIDAD", PERO NO QUISIERA —COMO SÉNAC DE MEILHAN ESCRIBE DEL PRÍNCIPE DE LIGNE— DAR LA IMPRESIÓN DE UN POETA EN LA EXALTACIÓN DE SU FANTASÍA. DE TODAS FORMAS, SEGÚN LA ROCHEFOUCAULD, "LE SOLEIL NI LA MORT NE SE PEUVENT REGARDER FIXEMENT" ("NI EL SOL NI LA MUERTE SE PUEDEN MIRAR FIJAMENTE")

CATEDRAL DE CHARTRES

"Ha estado ahí durante siglos. Quizá la mayor obra del hombre en el mundo occidental, y no tiene ninguna firma. Chartres: la celebración de la gloria de Dios que dignifica al hombre.
Todo lo que queda —piensan los artistas de hoy— es el hombre. Desnudo, pobre y miserable. Ya no hay celebraciones. El nuestro, nos dicen los científicos, es un Universo desechable.
Es posible que sea esta gloria anónima, entre todas las demás cosas; este rico bosque de piedra, este canto épico, este gozo, este grandioso psalmo de afirmación, lo que elijamos cuando nuestras ciudades sean sólo polvo y que, permaneciendo ahí, indique dónde estuvimos y muestre hasta dónde hemos llegado.
Nuestras obras de piedra, nuestras pinturas, nuestros libros, apenas perduran unas décadas o un milenio o dos. Pero todo debe caer finalmente, ser tierra, consumirse hasta el final en ceniza universal.
Los triunfos y los engaños, los tesoros y los fraudes, como es ley de vida, todos moriremos.
Sed honestos, nos piden los artistas muertos desde el vivo pasado. Nuestros cantos serán silenciados, ¿pero qué importa? Seguid cantando."


Catedral de Chartres
Fundada sobre un altar druídico dedicado a la Diosa Madre, esta catedral gótico-románica fue reconstruida varias veces entre el 876 d. C. y el 1220 d. C. debido a la destrucción provocada por incendios, piratas normandos, rayos, saqueos visigodos y guerras

ME PASA COMO A MICHELET —Y A GIBBON EN EL FORO— QUE SENTÍA, CUANDO ESTABA ESTUDIANDO EN LOS ARCHIVOS, VENIR A SUS OÍDOS ESOS MURMULLOS DEL PASADO, ESE PASADO VIVO

ROMA

El sol iba poniéndose
y Roma era una llamarada de oro
desvaneciéndose en la tarde.
El viento movía las copas de los árboles.
Todo nos hablaba.
Cuanto mirásemos,
las cúpulas de la gloria de la Iglesia,
las columnas y arcos que fueron el Imperio.
Ese atardecer fuera del tiempo
lo contempló Virgilio. Escucharía
también el canto de los pájaros
al recogerse,
y sentiría una emoción como la nuestra.
Esa brisa que refrescaba bajo los árboles del Pincio,
¿a cuántos hombres deparó la dicha?
Mi madre lo contemplaba
y sus ojos se llenaron de lágrimas.
Entonces nos miramos.
Su mirada me decía
cómo sabía que nos fundíamos con la ciudad
y que ella era feliz.
Lo que sentíamos nos hacía dignos
de ese esplendor
y nada podría ya obscurecer el recuerdo
de aquella felicidad.


Escalinata en la Piazza del Popolo que conduce a la colina de Pincio

LIMPIÉ EL ESPEJO DE MI CORAZÓN. AHORA REFLEJA LA LUNA, DICE RENSEKI. PERO NO SE QUEDA ATRÁS JOSÉ ZORRILLA CON SU "¡LUNA, CUÁNTAS VECES TU LUZ HA ALUMBRADO MI LARGA VIGILIA, MI BREVE ILUSIÓN!"

DÍPTICO DE LA LUNA
EN VILLA GRACIA

I

De esos altísimos prodigios
que han iluminado mi vida,
la Literatura, el mar, el Arte, las mujeres,
esta noche sólo tú
sigues ahí, oh Luna.

Brillas sobre la soledad,
brillas en mi copa como una perla triste,
brillas sobre mi desasimiento.

Tuya es esta noche
blanca del Opio,
tuya esta vida
que levanté contra la Nada.



SEGÚN MARCEL PROUST, TODAS LAS NOCHES REANUDABA, EN OTRO SENTIDO, NUESTROS ANTIGUOS PASEOS A COMBRAY. ROBERT MUSIL DIRÍA: "IR ERLEBNIS" ("POR LA SIMPLE EXPERIENCIA DE IR")

II

Las nubes velan el firmamento
y, sin estrellas,
sólo tú brillas.

Cuánto perdón en todo.

—¿Hay algo sólido en la vaporosa gloria de la vida?
—se pregunta Li Pao.
Sí,
la Luna.

Me miro en ella. Único espejo
donde no he envejecido.

DE ACUERDO CON HUME, LA VIDA DE UN HOMBRE NO TIENE PARA EL UNIVERSO MÁS IMPORTANCIA QUE LA DE UNA OSTRA. NO OBSTANTE, MIENTRAS CAMINAMOS, QUIZÁ CONVENGA, COMO OVIDIO PEDÍA, APRENDER FIELMENTE LAS ARTES SUPERIORES

[Poemas extraídos de Álvarez, José María: Como la luz de la luna en un Martini, Sevilla, Renacimiento, 2013, 1ª edición, (colección "Calle del Aire", nº 122), pp.82]


El diseño de la cubierta corrió a cargo del equipo editorial

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