domingo, 4 de octubre de 2015

A vueltas con el peripatético neonazismo catalanista

 
¡Oh, per la mare de Déu, pero si es el führer Artur Mas anunciando
los mil años de gloria que bajo su yugo vivirá el nuevo Reich catalán!
 
UN CULO NUEVO
 
La inmensa mayoría de la gente que conozco se vería incapaz de votar una lista electoral integrada por ecosocialistas yupis, empresarios semiarruinados, exdiputados de día y abogados de noche, sindicalistas liberados hace trienios, dirigentes de un partido cuyas sedes están embargadas por los juzgados, directivas de asociaciones dizque culturales generosamente sufragadas por las administraciones públicas, republicanos laicistas y derechistas católicos, apostólicos y romanos, apoyados como heroica manifestación de unidad patriótica por cantautores, monjas, futbolistas, presidentes de ateneos y círculos de bellas artes, editores de una prensa genuflexa y responsables de canales de televisión públicos, mimos de las ramblas y cuentacorrentistas en paraísos fiscales, y jaleados desde Italia por la Liga Norte y desde el manicomio por Bildu.
 
 
Los parecidos del nazismo con el independentismo catalanista son éstos: 1º Culto al líder que simboliza el movimiento de cristalización patriótica. 2º Ideología sentimental de seguimiento gregario a un Duce que conducirá la nación al paraíso celestial. 3º Carácter de movimiento nacional identificado con las masas populares que convierte en indeseable, traidor y enemigo al que no piensa igual. 4º Victimización que descarga las responsabilidades propias en un enemigo exterior ("Espanya ens roba"). 5º Listas únicas con candidatos que no hacen aportaciones para solucionar problemas de los ciudadanos y dejan excluidos a los que no tienen apellidos con pedigrí catalán o no comulgan con el pensamiento único de la vía soberanista. 6º Silencio sobre el nepotismo, el amiguismo y la corrupción a todos los niveles a partir de la comisión del 3% que es una tradición desde mucho antes que la denunciara Pasqual Maragall. 7º Desobediencia a los tribunales y las leyes que se invocan cuando interesa y se desoyen cuando conviene. 8º Sanciones para los desafectos, tibios, contemporizadores y rebeldes. 9º Estado de opinión goebbelesiano de propaganda brutal y constante financiada con dinero público. 10º Apelaciones permanentes a la historicidad y heroicidad del momento de ruptura anunciado en el utópico horizonte del momento en el que se llegue con la independencia a la felicidad total. 11º Justificación de cualquier tropelía si es en favor del proceso constituyente que, en realidad, es un golpe de estado contra España, una nación con 500 años de historia de la que forman una parte sustancial e importante desde que la Corona de Aragón se unió a la de Castilla gracias al matrimonio de los reyes Isabel y Fernando
 
No, una persona razonable, probablemente, no se limitaría a huir de esta espeluznante turbamulta, sino que le haría frente. Supuestamente semejante variedad política, ideológica y digestiva se ha fraguado en un consenso básico alrededor de un objetivo esencial y prioritario: transformar a toda leche a Cataluña en un Estado independiente. Todos olvidan sus diferencias y se unen excepcionalmente en el esfuerzo común de la liberación nacional. Es emocionante, por lo que veo. No me cabe en la cabeza que para emocionarse muchos consideren imprescindible regresar a la infancia, porque solo en la niñez se puede creer en buenos y malos, caballeros y dragones, princesas y mazmorras, fantasmas y sortilegios, encantamientos y espadas y colorín colorado este procés ha terminado.
 
 
El independentista Artur Mas buscando la dependencia de Rusia (¿un contrasentido?) cuando visitó el Kremlin, gastó lo que no está escrito en suites de hoteles de lujo para su séquito de molt honorables, y total, que hizo tanto estrépito aparatoso para al final ser recibido en audiencia privada por un anónimo limpiabotas de la Plaza Roja
 
No he encontrado en ningún sitio un argumento convincente que demuestre que en una República Catalana sus ciudadanos dispusieran de más y mejores derechos que en la actual Comunidad autonómica. Ni uno solo. Pero todo eso es irrelevante, porque lo que en este asunto no es interés particular o partidista –Artur Mas intentando que no se hunda CDC, Oriol Junqueras persiguiendo la hegemonía de ERC en el nacionalismo catalán, varios miles de paniaguados horrorizados porque se les termine el chollo en el Govern, en las diputaciones o ayuntamientos– es el ensueño de una izquierda narcoléptica que está segura que se pasará de la construcción nacional a la revolución social como vanguardia de las transformaciones que necesita Europa. Que tiemble la troika...
 
 
Zapatero el calamitoso el día en que ofreció un Estatuto a Cataluña salido de su propio Parlamento. Flanqueado por Artur Mas y Duran i Lleida, hoy los tres son cadáveres políticos en proceso de descomposición o putrefactos por completo
 
La independencia, así, ya no es propiamente un objetivo político programatizable, sino una forma de pasar el tiempo para evitar romperse la crisma o un método para practicar un simulacro de aspiración revolucionaria. Nadie piensa en los costes en plena fiesta. Anda, no des la vara, que vamos a ser muy felices con nuestra propia guardia civil o nuestros imprescindibles comités de defensa de la revolución. Anda, espabila, que ya salen los luceros y comienza a amanecer. Oh, una nueva nación, un resplandeciente Estado. Debe ser como tener un culo nuevo. Y, por supuesto, incomparable.
 
(Artículo escrito por Alfonso González Jerez y publicado
en el diario "la Provincia" el jueves 1 de octubre de 2015)
 
 
Alfonso González Jerez
(Caracas, Venezuela, ¿1965?)
Un columnista que siempre merece la pena leer

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