martes, 17 de noviembre de 2015

En un tren que iba con dirección a Eastbourne

 
"Última salida. Luna llena. Todo cambia"
 
HOWL
(EL AULLIDO)
(2015)
 
Desde el principio, la buena dirección de la película a cargo de Paul Hyett se constata en el detalle de la luna que se convierte en la redonda cerradura de un vagón del metro. La siniestra aventura da comienzo en la estación londinense de Waterloo. El actor Ed Speleers encarna al revisor de billetes en un tren donde el primer susto nos lo vamos a llevar cuando intente recoger un ticket caído al suelo. Desde debajo del asiento un bicho horrible va a sorprendernos: el chihuahua de una señora mayor que surge de las sombras ladrando.
 
 
Edward John Speleers
(Chichester, 1988)
Da vida a Joe, un héroe con flema británica
 
Ir pidiendo a cada usuario los comprobantes de haber pagado el trayecto, nos permitirá ir conociendo a todos los pasajeros y tratar de adivinar quién de ellos será el primero en morir a manos de la monstruosa criatura que les acecha desde el exterior cuando el tren se detenga tras atropellar a un ciervo. La película es una variante de las dedicadas a los licántropos, con pequeños homenajes a la saga de Freddy Krueger en detalles como el de las afiladas uñas del hombre lobo rasgando la pintura exterior de uno de los vagones.
Lo que se dirime aquí es el miedo ancestral a las fieras que sintieron nuestros ancestros prehistóricos. Los viajeros forman una tribu y el tren es la caverna que les da refugio. El horror lo provoca lo desconocido en la oscuridad y la angustia viene dada por la necesidad de sobrevivir a toda costa ante una amenaza misteriosa.
 
 
Holly Weston
(Londres, 1985)
Interpreta a Ellen, la joven que en principio da calabazas a Joe

Este largometraje es fruto de un digno trabajo escrito por Mark Huckerby y Nick Ostler, una narración cinematográfica elaborada con la célebre calidad inglesa que cuida todos los detalles, desde el guion al decorado y el exquisito reparto de los actores. El sonido gutural de la respiración de una bestia al acecho, la música orquestal con sus abruptos in crescendos, la luz de la linterna explorando la vegetación, las ramas de los arbustos moviéndose porque algo o alguien escurridizo está deslizándose, el cuerpo destripado del conductor... Aquí están casi todos los ingredientes clásicos del género de terror. Al avanzar la película, la necesidad de intensificar el miedo en el espectador hará que los realizadores se adentren en un paroxismo terrorífico que nos llevará por los derroteros del gore sangriento vinculado al subgénero zombie.
 
(Reseña escrita por Andrés González Déniz)
 
 
"Howl" ofrece 92 minutos de aprensión y pánico entretenido

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