sábado, 16 de enero de 2016

Alguien tiene que salvar a nuestro mundo en peligro

 
Costó 165 millones de dólares producirla, pero estuvieron
bien invertidos, puesto que recaudó más de 675 millones
 
INTERSTELLAR
(INTERESTELAR)
(2014)
 
Una película de ciencia ficción y también un drama lacrimógeno. Tiene pretensiones de veracidad, pero debería recordársele al director Christopher Nolan que contar con un físico teórico como Kip Thorne, para justificar lo que se ve en la pantalla como rigurosamente científico, es como asegurar que existen los demonios porque has contratado a una bruja. No, el arte tiene sus licencias y aquí se exponen imágenes valiosas desde el punto de vista estético como unas nubes de hielo que, en realidad, no flotarían sino que caerían por la misma ley de la gravedad que tanto se menciona y utiliza en la película.
 
 
Joseph Cooper (Matthew McConaughey) y Murph (Mackenzie Foy), padre e hija, se verán separados por una importante misión paterna
 
El astrobiólogo David Grinspoon nos advierte incluso que una plaga devastadora como la que aparece al inicio del film necesitaría de millones de años para disminuir los niveles de oxígeno en la atmósfera terrestre, o que el planeta en órbita alrededor de un agujero negro, llamado con toda propiedad “Gargantúa”, no puede reflejar la luz del sol porque todo aquello que esté cerca de este fenómeno gigantesco de succión se oscurece al ser absorbido y en la cinta, erróneamente, brilla. Realmente, tampoco puede existir la geminación simultánea de un mismo cuerpo desdoblado en dos. Cuando el piloto Joseph Cooper regresa a la Tierra y se contempla para intentar comunicarse consigo mismo, esto se me antoja una licencia artística propia de la ficción, pero que no permiten las leyes físicas.
 
 
La recreación de la superficie del planeta del Dr. Mann es muy realista
 
Dejando a un lado estas minucias sin importancia, hay que reconocer a Jonathan y Christopher Nolan haber escrito un buen guion. Aquí tenemos otra vez los elementos de la mitología estadounidense: el vaquero es el piloto que salvará a la Humanidad, y su caballo será esta vez primero una furgoneta tipo “pick-up” y después la nave espacial “Endurance”. Lo que tampoco resulta creíble es que un granjero se dedique a destrozar los maizales persiguiendo a un dron.
 
 
La densidad del agua y la fuerza de gravedad sobre el planeta de Miller permiten caminar por la superficie marina a los cosmonautas
 
Al cine le hacen falta mayores dosis de realismo en ocasiones, porque a este supuesto agricultor no se le ve nunca dar ni golpe salvo tomarse una cerveza y darse paseos de aquí para allá. Todo sea por la espectacularización de las imágenes, ahora bien, creo que se está tergiversando la dura realidad del trabajo agrícola a los urbanitas que nada saben del campo. El colmo es que utiliza unos tractores programados por ordenador para que trabajen por él, pues se limita a resetearlos cuando no funcionan.
 
 
La escenificación de una realidad tetradimensional al entrar en un agujero negro fue uno de los retos más difíciles
 
El tiempo que el padre protagonista y la hija pasan juntos y lo que sucede entre ambos carece de fuerza para que después se echen tanto de menos, por lo que el espectador tiene que imaginarse todo lo que deben haber compartido juntos. Sólo así se logra que resulte conmovedor el final cuando el padre regresa del espacio y su hija es una anciana mientras él permanece joven. A pesar de no ser creíble que un rudo campesino, por mucha titulación de ingeniería que se le suponga o adiestramiento como piloto militar que haya tenido, sea reclutado casualmente para una misión tan importante, lo cierto es que Matthew McConaughey logra ser el centro de atención de toda la película con una actuación un poco arrogante, pero convincente en suma. Michael Caine da toda una lección de arte dramático al representar la muerte en un hospital de su personaje, el profesor John Brand. Realmente, parece que se está muriendo allí mismo.
 
 
El robot TARS huyendo de una ola gigantesca en el planeta de Miller
 
Jessica Chastain es tan buena actriz que la película cobra fuerza con su presencia oscureciendo el trabajo de los demás actores a su alrededor. Desde luego, cómo se nota que hay personas con un don especial que la cámara sabe captar, y esta mujer tiene las dotes de la interpretación en un grado tan alto que parece nacida para actuar. Anne Hathaway está un poco remilgada y huidiza, como si asumiera que no encaja bien en la tripulación bajo la piel de la astronauta Amelia Brand y se sintiera fuera de lugar. Matt Damon surge de pronto como el doctor Hugh Mann y se le ve con un poco de sobrepeso, algo impropio de quien estuvo hibernado sin comer durante mucho tiempo, porque hasta los osos pierden muchos kilos cuando reaparecen tras el invierno.
 
 
La nave "Endurance" en su trayecto hacia un agujero de gusano
 
La niña Mackenzie Foy cumple con su papel a la perfección, y habrá que ver si continúa siendo tan buena actriz cuando se convierta en adulta dado que ahora, al fin y al cabo, hace de sí misma. Del resto del reparto también merece una mención el trabajo de David Gyasi en el rol del cosmonauta Romilly. Estuvo sobrio y humilde, muy serio. La música de Hans Zimmer debe ser la adecuada en el sentido de que pasa un tanto desapercibida. Por otra parte, la fotografía de Hoyte van Hoytema es la de un gran profesional que supo darle tonalidades diferentes a la vida en la superficie terráquea y a la que transcurre por esos éteres sidéreos.
 
(Reseña escrita por Andrés González Déniz)
 
 
El cine de vez en cuando nos depara hitos grandiosos

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