miércoles, 6 de enero de 2016

Sobre el ascenso social de los marginados


 
El responsable de la banda sonora es Nils Frahm
 
VICTORIA
(2015)
 
El responsable de esta película, el alemán Sebastian Schipper, quiso rodarla en una sola toma interminable, un plano secuencia de principio a fin, para lo cual necesitó a un cámara, el noruego Sturla Brandth Grøvlen, capaz de proezas como subirse a un coche en marcha y filmar agarrándose desde fuera. El resultado son dos horas y media de rodaje sincronizadas con el tiempo real de lo que ocurre entre las 4:30 y las 7:00 de la mañana a un grupo de jóvenes en la ciudad de Berlín.
 
 
Frederick Lau
(Steglitz, Berlín, 1989)
Un actor de aspecto tosco que no encaja bien en el papel de un galán
 
La protagonista es la barcelonesa Laia Costa, sobre quien no iba a girar en principio el guion escrito por Olivia Neergaard-Holm, Eike Frederik Schulz y el propio director, Sebastian Schipper, pero a medida que la grabación fue avanzando se dieron cuenta de que ella estaba omnipresente de principio a fin. Hasta el título lo cambiaron dos veces. Iba a llamarse “Uno, dos, cinco, ocho” en un principio, “Tres muchachos y un conductor” después, hasta que se decidieron finalmente por “Victoria”, el nombre femenino del personaje principal, una madrileña emigrante en Alemania que gana 4 euros a la hora como camarera en un bar de comida rápida.
 
 
Hay tragedia en la imposibilidad de amarse dos personas cuyos orígenes geográficos son muy distintos pero idéntica su pobreza
 
La principal lectura que se puede hacer de este largometraje de 138 minutos exactos de duración es que, con los sueldos misérrimos y la precariedad de los contratos actuales, o das un golpe robando en un banco o te mueres de asco y monotonía grisácea sin salir nunca de pobre. Al final, los 50.000 euros que ella y sus sobrevenidos amigos robaron tampoco es que les fueran a solucionar la vida para siempre.
 
 
Cartel anunciador de la película en Francia
 
Llama la atención cómo los chicos que conoce en una discoteca nocturna presumen de ser berlineses cuando tienen toda la pinta de ser emigrantes al igual que Vicky. O cómo el joven del que se enamorará presume de que la tienda a donde se dirigen para comprar unas cervezas (que terminarán robando en vista de que el dependiente, muy mayor, está roncando) es suya, o bien que la discoteca donde bailan llegará a serlo. Está claro que late una pulsión por el ascenso social de clase y un afán por la propiedad privada que no van a lograr de modo tan fácil como pretenden, inclinados a un estilo de vida fácil y alegre ligado al alcohol y las drogas.
 
 
Sebastian Schipper
(Hannover, Alemania, 1968)
Premio a la mejor dirección en los "German Film Awards" de 2015
 
La historia da comienzo con el ambiente oscuro de un pub inmerso en el sonido de una música electrónica reiterativa y persistente. Una chica española con formación de pianista (obsérvese el menosprecio al arte en la sociedad mercantilizada de nuestros días, pues no se puede vivir como instrumentista), alguien que no sabe hablar todavía el alemán y se defiende con el inglés, intenta ligar con el barman y no lo consigue. En vista de su soledad insoportable en un sitio extraño y alejado de casa, simpatiza con unos individuos que tienen pinta de energúmenos y quizás un pasado turbio.
 
 
Laia Costa
(Barcelona, 1985)
Su actuación salva a esta película cuya lentitud es exasperante
 
Precisamente uno de ellos había estado en la cárcel y contraído una deuda con un capo mafioso. Para pagarla involucrará a todo el grupo de amigos en un atraco a una entidad financiera de cuyo botín el 10% será para la mafia y el resto, 50.000 euros, para ellos. El desenlace constituirá toda una lección para quienes se creen que en esta vida todo el monte es orégano.
 
(Reseña escrita por Andrés González Déniz)
 
 
Una chica. Una ciudad. Una noche. Y una decisión errónea

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