martes, 7 de febrero de 2017

Sobre la política del nuevo vino en odres viejos

  
Fernando Clavijo Batlle
(San Cristóbal de La Laguna, Tenerife, 1971)
Presidente de la Comunidad Autónoma de Canarias
Un funambulista sobre apoyos nunca diáfanos para la opinión pública
 
LOS LÍMITES DEMOCRÁTICOS
 
El proceso de idiotización política avanza imparablemente. Un ejemplo. En un reciente comunicado, "Nueva Canarias" consideró “todo un éxito” que la transmisión del último pleno parlamentario por parte de la televisión autonómica —no prevista inicialmente— superase ligeramente el 6% de la audiencia. Cualquier programa de "En Clave de Ja" sobrepasa semejante porcentaje, pero eso no es lo importante. Lo importante es que "Nueva Canarias", que llamó dramáticamente a la reunión de la cámara regional “el pleno de la soledad de Clavijo” intentaba, con un par de juegos verbales, relacionar el éxito de la audiencia (sic) con el rechazo al Ejecutivo coalicionero, sí, por sus santas gónadas.
 
 
Román Rodríguez Rodríguez
(La Aldea de San Nicolás, Gran Canaria, 1956)
Un político de retórica huera con un discurso estéril y demagógico
 
Esta agotadora memez  llega a casos de amnesia realmente creativa, como la practicada por relevantes militantes del PSOE que ocuparon los únicos cargos públicos que han ostentado en su vida en el Gobierno autonómico o en los ayuntamientos isleños gracias al pacto entre coalicioneros y socialistas. Paulino Rivero —que fue secretario general de ATI durante doce años— era un verdadero regionalista y José Miguel Pérez —tan denostado, incluso públicamente, en otros momentos— un socialdemócrata cabal e insobornable bajo cuya severa mirada jamás se practicaron recortes en los sistemas públicos educativos y sanitarios. 
 
 
Patricia Hernández Gutiérrez
(Santa Cruz de Tenerife, 1980)
La candidata del PSOE que aspira y suspira por encarnar el personalismo presidencial a cualquier coste

Los partidos tradicionales han terminado por asumir la metodología de la superchería, el adanismo y la desmemoria que practican los partidos emergentes, y singularmente "Podemos" y sus satélites, aliados y enemigos íntimos. ¿Y por qué no hacerlo, si les ha dado tan buenos resultados? La verdad deviene irrelevante: lo prioritario es construir un decorado narrativo y sentimental en el que los extras —llamados en otro tiempo ciudadanos, hace mucho saqueados por los bancos, estafados a diario por los gobiernos y vacilados ahora por la nueva izquierda— se sientan emocionalmente cómodos.

 
Meri Pita Cárdenes
(Las Palmas de Gran Canaria, 1958)
La mujer que imita a Robespierre guillotinando adversarios
 
Para la bulla ya no es ni siquiera necesaria una fotocopiadora o una "manifa". El activismo low cost de twitter y facebook simplifica y banaliza cualquier causa, justa o injusta,  evidente o confusa, porque basta con pulsar una tecla para cumplir: se trata de una estructura de comunicación tecnológicamente renovadora, pero política y moralmente muy poco horizontal.  Se utilizan las redes sociales que se presentan obscenamente como cristalina expresión de la voluntad popular: un tuit resulta casi equivalente a un voto. Miles, cientos de miles, millones de votos caen del cielo electrónico gracias al incansable trabajo de los bots (programas informáticos que imitan el comportamiento humano) y los gestores de redes sociales de partidos y organizaciones afines, pero luego, en el entusiasmo mesiánico se convoca una rueda de prensa y los periodistas son más numerosos que los convocantes.
 

A los jóvenes, sean políticos o no, se les podrá ver con un teléfono móvil o una tableta, pero rara vez o nunca con un libro en las manos

Lo más intranquilizador de la supuesta nueva política, cada vez más y peor mimetizada, es su apuesta delirante por la transformación instantánea de políticas, presupuestos, instituciones y procedimientos técnicos. Los límites de la democracia representativa, las insuficientes y contradicciones de la democracia directa, los compromisos financieros y fiscales contraídos por el Estado español y el Gobierno autonómico, las severas limitaciones presupuestarias, las complejas y delicadas relaciones con la Unión Europea, las fragilidades estructurales de la economía canaria, todo esas enojosas y arteras circunstancias, en definitiva, no se tienen en consideración en los flamantes (y casposos) discursos, más propios de los bares universitarios de hace treinta años que de un país maduro, una sociedad plural y unas fuerzas políticas responsables. Les da exactamente igual. ¿Por qué no iban a trampear los buenos si el objetivo es acabar con los malos? Mira, ahí tienes un tuit. Cualquier cosa es un tuit, un mensaje, un discurso, un programa  si estás en contra del mal y a favor del bien.
 
(Artículo de opinión escrito por Alfonso González Jerez y publicado por el periódico "La Provincia" el martes 24 de enero de 2017)



Alfonso González Jerez
(Caracas, Venezuela, ¿1965?)
Un buen periodista al que merece la pena leer

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