domingo, 1 de abril de 2018

Dislates y disparates del secesionismo catalanista

 
André Chenier
(Estambul, 1762 - París, 1794)
(1839)
Pierre-Jean David
(Nombre artístico: David d'Angers)
(Angers, Francia, 1788 - 1856)
(Busto expuesto en la Galería del escultor
David d'Angers localizada en su ciudad natal)
 
LA PROFANACIÓN
DE ANDRÉ CHENIER
 
"Una gran parte del público asistente a la representación del domingo de la ópera "Andrea Chenier", en el Liceo de Barcelona, coreó a su término, cuando el telón caía sobre una lóbrega celda, gritos de “llibertat Puigdemont” y “llibertat presos polítics”, como si el protagonista fuera un antecesor de los líderes catalanes encarcelados"
 
"Cuando el separatismo catalán trató de apropiarse del legado de Martin Luther King o Gandhi, enseguida surgieron voces que pusieron de relieve la contradicción de quienes, enarbolando figuras icónicas en la lucha por los derechos civiles, restringían los de la mitad de los catalanes. Si ahora no ha sucedido lo mismo, es por el mucho menor conocimiento de la figura de André Chenier, italianizada o más bien engullida por el personaje de la ópera “verista” de Umberto Giordano que, desde Enrico Caruso y Mario del Monaco hasta Placido Domingo y José Carreras, han interpretado todos los grandes del bel canto"
 
"Sin embargo, así como Luther King y Gandhi fueron víctimas de asesinos que, aunque personificaban la intransigencia y el odio de determinados sectores sociales, actuaron de manera privada y solitaria, Chenier fue ejecutado por un régimen político en el que confluían dos vectores equivalentes a los que, con creciente agresividad y radicalismo, configuran hoy el separatismo catalán en su fase revolucionaria. Me refiero a la parte de la burguesía acomodada que preconiza romper España, a espaldas de la legalidad, y los grupos anarquistas que aprovechan la ocasión para impulsar la violencia de la mano de una pretendida agenda social"
 
"Nacido en Constantinopla, hijo de un comerciante de tejidos francés y una bella mujer de origen griego, Chenier volvió a Francia con una experiencia cosmopolita que impregnaba de sensualidad y fantasía su creación poética. Definido como un “moderado fogoso”, se erigió pronto como uno de los más activos defensores —atención, liceístas— de la Monarquía constitucional, aceptada por Luis XVI tras la toma de la Bastilla"
 
"Tal y como sucede en tantas familias de la Cataluña actual, André Chenier vio reproducida la división de la sociedad parisina en su entorno más próximo, cuando su hermano, el dramaturgo Marie-Joseph, fue elegido miembro de la Convención y se alineó con los jacobinos. André consideraba el radicalismo de los seguidores de Robespierre tan frívolo como peligroso"
 
 
"Su creciente oposición a la escalada revolucionaria, fruto de las consignas que emanaban cada noche de las febriles sesiones del club de la Calle Saint Honoré, se acentuó a medida que esa burguesía, instalada en la Montaña de la Convención y que trataba de conquistar el poder a toda costa, fue mostrando, primero su condescendencia y después su abierta complicidad con los grupos de sans culottes que, adscritos a las secciones revolucionarias de cada barrio, campaban por sus respetos, sembrando el terror y el caos en las calles de París"
 
 
Impresionante escenario para la representación de la ópera trágica "André Chenier" que recrea la figura del jacobino Jean-Paul Marat en el lago Constanza junto a la ciudad austríaca de Bregenz
 
"André Chenier fue un firme paladín del derecho de propiedad, la ley y el orden. Según su biógrafo Gerard Walter, sentía horror a la plebe, el contacto con la multitud le repugnaba y procuraba evitarlo por todos los medios. De hecho, cuando una comisión de la Convención, de la que formaba parte su hermano, organizó un homenaje callejero para pedir la libertad de los soldados del regimiento suizo de Chateauvieux, amotinado contra sus oficiales, André Chenier y el también poeta Jean-Antoine Roucher —fielmente representado en la ópera como su amigo y confidente— abandonaron Paris para no correr el riesgo de tener que presenciarlo"
 
"Fue entonces cuando escribió en Le Journal de Paris que la “destrucción” de los jacobinos era “el único remedio de los males de Francia”. Y añadió: “El día de su desaparición será un día de fiesta y alegría públicas. Ellos gritan por doquier que la patria está en peligro; lo cual desgraciadamente es cierto y lo será mientras los propios jacobinos existan”. Walter sostiene que al publicar este artículo —que Marie-Joseph se sintió obligado a replicar—, firmó su propia sentencia de muerte"
 
"Tras haber ayudado estérilmente al último representante diplomático español, el caballero Ocáriz, a comprar las voluntades de los diputados amigos de Danton para que salvaran la vida del rey Luis XVI, André Chenier fue detenido a comienzos de 1794 en pleno apogeo del Terror. No es descartable que guardara documentos comprometedores sobre esa “trama española” activada por Manuel Godoy, primer ministro de Carlos IV. Su leyenda se acrecentó, al ser incluido en la última carreta de condenados que abasteció la guillotina el día 8 de Thermidor —justamente el 26 de julio—, la misma víspera de la caída de Robespierre"
 
"Tres días después del episodio del Liceo, la burguesía separatista, representada por el partido de Puigdemont y ERC, se negó a condenar en el parlamento catalán la escalada de intimidación y violencia impulsada por las CUP, Arran y esos autodenominados CDR (Comités de Defensa de la República) que vienen reproduciéndose como estafilococos infecciosos por toda la geografía catalana"
 
"Cualquiera que conozca un poco la historia de la Revolución, se dará cuenta de que quienes piden la libertad de Puigdemont o Junqueras no claman por la de André Chenier,  sino por la de los suizos de Chateauvieux o, más exactamente, por la de Marat, cuando fue detenido por incitar a la insurrección que desembocó en el saqueo de tiendas de comestibles en marzo de 1793, igual que desde la Generalitat se incitó a la insurrección que desembocó en las violencias del 20 de septiembre y el 1 de octubre"
 
"De hecho, las intervenciones en el pleno del miércoles con las que se hubiera sentido identificado André Chenier habrían sido, sin duda, la de Inés Arrimadas cuando preguntó a Torrent si, después de alegar que “ningún juez tiene legitimidad” para encarcelar a Puigdemont, “lo próximo va a ser decir quién tiene que entrar en la cárcel”; y sobre todo, la de Alejandro Fernández cuando, en una valiente diatriba que recordó a lo mejor del abnegado PP vasco, reprochó a los diputados separatistas que ensalcen a terroristas como el asesino de Bultó, mientras llaman “botiflers” y “colonos”, declaran personas non gratas, y difunden las direcciones personales de los catalanes que no piensan como ellos para facilitar esa moderna versión de las “visitas domiciliarias” de los sans culottes que son los escraches separatistas"
 
"El propio libreto de Luigi Illica, que sirve de base a la ópera de Umberto Giordano, refleja ese derrape hacia la acción directa que reverbera ya en la revolución catalana. Al margen de que el Roger Torrent que no ha mucho recomendaba “vigilar al de al lado”, para que nadie se desmarque de la huida hacia adelante contra el Estado, se sentiría reconfortado por la precisión del espía que se autodefine como observador del espíritu cívico"
 
 
Roger Torrent i Ramió
(Sarriá de Ter, Gerona, 1979)
He aquí al más destilado producto de la manipulación educativa durante el pujolismo, un primitivo homínido que encajaría más en Atapuerca que en Barcelona, un bruto payés de la comarca del Gironés que considera a la patria su ombligo, un jactancioso barbado que viene a ser el equivalente catalán a un chulapón de Madrid que actúa engreído
 
"En medio del reparto de papeles, entre el tribunal que despliega la hipocresía institucional y las turbas que piden las cabezas de los supuestos traidores, emerge la autocrítica de Gerard. Se trata de un personaje de ficción, antiguo sirviente devenido en líder revolucionario, que sirve de trasunto a Marie-Joseph Chenier. Aunque se le achacó la muerte de André (“Caín, ¿dónde está tu hermano?”, le espetaban sus adversarios), la realidad es que trató de salvarlo y luego se retractó de su jacobinismo"
 
"André Chenier no ignoraba las imperfecciones del orden que defendía. En el Museo de la Revolución de Vizille hay un famoso cuadro de Charles-Louis Muller que lo muestra meditabundo, sentado en una silla, en el patio de la prisión de Saint-Lazare, apoyando su frente sobre una mano y sujetando un manuscrito y un lápiz con la otra. Recuerda mucho al Jovellanos de Goya. Es la frustración del siglo de las luces ante el furor de los acontecimientos que lo sepultaron, la tragedia del reformista desbordado por la Revolución"
 
"Durante los últimos cuarenta años, en Cataluña no ha habido más dictadura que la impuesta por el nacionalismo en materia de lengua y costumbres cívicas. Hace pues casi medio siglo que el viejo régimen centralista dio paso a la que ha llegado a ser una de las autonomías con más competencias de Europa. Eso es lo que a un soberanismo insaciable le ha parecido insuficiente, hasta el extremo de sembrar el germen de una auténtica guerra civil en ciernes"
 
"El Estado de Derecho, representado por jueces independientes como Pablo Llarena, se ha visto obligado a poner coto a esos desmanes y ahora no se dejará intimidar ni por la épica del victimismo de los pudientes del Liceo ni por las amenazas de los CDR contra ellos y sus familias. Los impulsores de la kale borroka catalana han empezado propugnando el gratis total en las autopistas y pronto pasarán a hacerlo en los comercios de sus estúpidos compañeros de viaje de la parte alta de Barcelona. Su matrimonio de conveniencia está cargándose Cataluña —sirva la pérdida de la "World Ocean Race" como última muestra— pero no puede ni debe tener un final feliz"
 
(Extractos de un artículo de opinión escrito por Pedro J. Ramírez y publicado por el periódico "El Español" el domingo 1 de abril de 2018)
 
 
Con este aparato de ejecución mortífera recomendado por el médico Joseph Ignace Guillotin, qué paradoja (otra más de las contradicciones humanas), acabó eliminando a sus rivales el terror radical izquierdista o jacobino durante la Revolución Francesa

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